Ocho meses. Durante ocho meses, 90 investigadores recorrieron localidades de Córdoba bajo la supervisión de la sociolingüista María Teresa Toniolo.

La idea de la lengua como entidad dinámica y cambiante que reincide por estas horas en la mayoría de las ponencias del Congreso Internacional de la Lengua (CILE) tuvo ayer una derivación autóctona con la presentación de ‘Las hablas de Córdoba: registro, conflicto y proyecciones‘: una investigación que da cuenta del rico capital semántico de los cordobeses a través de una selección de 300 vocablos que reflejan la diversidad y el ingenio de la región.


La cartografía cordobesa contiene una serie de vocablos que hace rato han trascendido las fronteras de la región y se viralizan hacia otras latitudes: las mujeres lindas son un ‘yeguazón‘, un ‘camionazo‘ o se las representa con el más sutil ‘ta ricaza‘; si el atractivo es hombre ahí se transforma en ‘papi‘, ‘potro‘ o alguien que ‘ta bárbaro‘; una persona de boca grande es ‘jetona‘ o ‘trunchuda‘; a alguien que no parece del todo en sus cabales ‘le falta la línea de los cuatro‘, y quien dice tonterías es un ‘fartusco‘.


Durante ocho meses, 90 investigadores recorrieron seis localidades de Córdoba (donde se realiza el Congreso Internacional de la Lengua, que termina hoy) bajo la supervisión de la docente María Cristina Dalmagro y la sociolingüista María Teresa Toniolo para radiografiar la manera en que los hábitos y la idiosincrasia dejan su huella en el habla.


Así, se registraron en la pícara jerga de esa región los refranes que le aportan narrativa singular a rituales y mandatos que seguramente se replican en otros puntos del territorio nacional, como criticar a un ausente en la ronda de mates que aquí asume el nombre de ‘tomar mate con cuero‘; estar muy motivado sexualmente que se condensa en la metáfora ‘más alzao que primer nieto‘ y comer queso y dulce es saborear ‘el postre de los camioneros‘ o ‘el postre de los pobres‘.


‘No podemos hablar estrictamente de diccionario porque en nuestro trabajo no se definen palabras’, destaca Dalmagro. Lo que se hizo es un relevamiento que registra frases, refranes, tonadas y léxicos con la idea de poner de relieve la heterogeneidad de las hablas de Córdoba‘ en esta especie de atlas.
‘Nos pareció importante utilizar para el proyecto la palabra ’hablas’, así en plural, y diferenciarla a su vez del concepto de ’lengua’. Un habla es un modo de realización de una lengua. Y las hablas son múltiples, por eso la apelación al plural‘, agrega.


Dalmagro y su equipo montaron un laboratorio etnolingüístico que basó su trabajo de campo en 72 entrevistas a hombres y mujeres de varias edades.


Las localidades seleccionadas fueron Villa Cura Brochero, Huinca Renancó, Villa Tulumba, Marcos Juárez, Villa del Rosario y Córdoba capital, una elección que tuvo en cuenta la presencia de huellas residuales de poblaciones originarias, distintas etnias y oleadas migratorias, tanto de españoles como de otros países.


Para acompañar y difundir la investigación, hace unos días un diario cordobés realizó una encuesta para dirimir cuáles de todas esas palabras que recoge el trabajo era la más representativa para los cordobeses: a la instancia final llegaron ‘culi...‘, ‘ferné‘, ‘calorón‘ y ‘queacícaraepoio‘, el particular saludo que usan muchos jóvenes, una informal atomización de la frase ‘¿qué hacés, cara de pollo?‘.
Por lejos la vencedora fue ‘culi...‘, que para algunos funciona como un contundente insulto y para otros como un saludo o una expresión de afabilidad. Télam