La acequia de tierra, repleta de agua cristalina, invita a sentarse y poner los pies en remojo un rato. Bajo el centenario sauce de la plazoleta de la calle Oratorio, el clima es agradable durante todo el año. "Acá tenemos microclima todo el año, pero principalmente en el verano, cuando es fresco y muy lindo", dijo llena de orgullo Elena de Puertas, una de las vecinas de El Mogote, en Chimbas, un poblado de casi 1.600 habitantes.
En esta época del año el pueblo se viste de verde, dada la generosidad de la tierra que permite el crecimiento de mucha y variada vegetación. "El Mogote es siempre verde, a pesar de que en los últimos años creció la cantidad de fincas y eso hizo que el agua ahora sea menos, aunque no llega aún a ser escasa", comentó María Ferrá, que trabaja en un comedor infantil y sueña con poder vivir en ese poblado.
La generosidad de la tierra convirtió al lugar en una fuente de árboles de distintas especies. De hecho, hay una cooperativa de trabajo que instaló un vivero en el lugar y la escuela del pueblo, la Tránsito De Oro de Rodríguez, produce, desde hace 6 años, unas 10.000 plantas al año. La mayoría de ellas son usadas por el municipio chimbero en la parquización de plazas, paseos y calles.
"Este año hemos comenzado con la venta de algunas plantas y con lo recaudado hemos pintado toda la escuela, además de abastecer el vivero", dijo la directora del establecimiento, Juana Navarro. Allí tienen desde palmeras hasta sauces, moras y pinos de distintas variedades.
Mucha gente que conoce El Mogote asegura terminar enamorándose del lugar. Las maestras de la escuela Tránsito De Oro, algunos encargados de fincas cercanas y hasta gente que pasó alguna vez por allí compraron terrenos, y se quedaron para siempre. "Me encantaría poder vivir aquí. Es que es una zona tranquila, con un clima único y de muy buena gente", dijo Nancy Roldán, docente de la De Oro, ubicada en el corazón del pueblo.
A escasos 300 metros de allí se levanta la reliquia y el orgullo de los vecinos de El Mogote. Se trata de la capilla de San Pedro, que tiene más de 40 años y es, sin duda, el lugar de reunión de los vecinos. Allí funcionan, además de los grupos parroquiales, un comedor infantil y toda la actividad social del pueblo.