Hace 20 años, la sociedad vivió varias sucesiones con cinco presidentes en once días, luego de que Fernando de la Rúa dejara la presidencia como consecuencia del estallido social del 19 y el 20 de diciembre.

Además de las 39 víctimas de la represión ordenada por el Gobierno de la Alianza contra las protestas en todo el país, la Argentina de aquel momento quedó marcada por la sucesión frenética de jefes de Estado: De la Rúa, el misionero Ramón Puerta, el puntano Adolfo Rodríguez Saá, el bonaerense Eduardo Camaño y, finalmente, el exgobernador bonaerense Eduardo Duhalde se sucedieron en apenas 11 días.

La inestabilidad y la crisis de legitimidad envolvieron a la democracia en altos niveles de tensión hasta que la elección parlamentaria del senador Eduardo Duhalde, mandamás del justicialismo bonaerense, logró estabilizar la situación de modo relativo a partir de enero de 2002.

Sin embargo, entre la renuncia de De la Rúa hasta la asunción de Duhalde se vivió un periodo plagado de acuerdos rotos, traiciones, vacíos políticos y hasta la amenaza de que la Corte Suprema de Justicia se haría cargo de la conducción del Ejecutivo por acefalía.

Años de políticas neoliberales iniciadas en los "90 con el gobierno justicialista de Carlos Menem y continuadas por la Alianza con una clara participación del Fondo Monetario Internacional (FMI) tuvieron su conclusión con la recordada imagen del helicóptero con el mandatario radical a bordo mientras partía desde la Casa Rosada, ante la mirada de los manifestantes que reclamaban en la Plaza de Mayo.

En ese momento, el Gobierno no contaba con la figura del Vicepresidente ya que 14 meses antes, Carlos "Chacho" Álvarez, la otra figura clave de la Alianza, había renunciado a ese cargo enfrentado con De la Rúa.

Domingo Cavallo había sido el creador de la convertibilidad con Menem y fue convocado por el Gobierno para resolver la situación económica del país agobiada por las obligaciones de pago de la deuda con el FMI y los reclamos por la falta de trabajo.

Siguiendo la línea sucesoria, ante la renuncia del Jefe de Estado ese jueves 20 de diciembre, le correspondía asumir al presidente provisional del Senado, el justicialista Ramón Puerta.

El misionero firmó el viernes 21 como presidente interino y ocupó el sillón de Rivadavia por 24 horas porque el justicialismo, que dominaba ambas cámaras legislativas, convocó a una Asamblea Legislativa que eligió al mandatario de San Luis, Adolfo Rodríguez Saá, al frente del Ejecutivo.

Rodríguez Saá asumió el domingo 23 en el Congreso, donde dio un recordado discurso que fue celebrado y en el que anunció la suspensión de los pagos de la deuda externa.

Aparte de declarar el default, Rodríguez Saá llegó a proponer un presupuesto con una profunda austeridad de la administración pública y una moneda no convertible a la que llamó el "argentino".

Esta moneda era la alternativa de Rodríguez Saá a la devaluación del peso que exigían distintos sectores empresariales que buscaban licuar sus deudas en dólares. Pero esta no fue la razón de su breve estadía en la Presidencia sino que los gobernadores peronistas, los mismos que lo habían ungido, le quitaron de pronto el apoyo.

Los mandatarios provinciales del PJ, en particular, plantearon que el presupuesto contenía amplios recortes pero sobre todo le reprocharon que pretendiera quedarse hasta el final del mandato de De la Rúa.

En un marco en el que se mantenían las protestas, como las del viernes 28 de diciembre en el Congreso y los cacerolazos continuos, crecía la tensión con los gobernadores encabezados por el cordobés José Manuel de la Sota, por lo que Rodríguez Saá convocó el domingo 30 a una cumbre del justicialismo en el complejo bonaerense de Chapadmalal.

Allí se plasmó el vacío de poder porque sólo asistieron 6 de los 14 mandatarios justicialistas y el flamante presidente quedó sin apoyo político, por lo que decidió volverse a San Luis y renunciar por televisión ese mismo día.

Al complejo turístico sólo habían asistido el bonaerense Carlos Ruckauf; el riojano Ángel Maza; el formoseño Gildo Insfrán; el salteño Juan Carlos Romero; el misionero Carlos Rovira; la sanluiseña María Alicia Lemme y el vicegobernador de Santa Cruz, Sergio Acevedo, enviado por el gobernador Néstor Kirchner.

Tras una semana en la Presidencia, la renuncia de Rodríguez Saá profundizó la crisis política, ya que también Puerta rechazó la posibilidad de volver al frente del Ejecutivo.

De esta manera, el cargo quedó en manos del presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Camaño, según la ley de Acefalía 20.972.

Camaño fue incentivado por Duhalde para que aceptara la responsabilidad porque el entonces presidente de la Corte Suprema, el riojano Julio Nazareno, había amenazado con asumir ese rol, tal como lo establece la propia norma constitucional de sucesión presidencial si el titular de la Cámara Baja no asume.

Camaño, quien firmó el 31 de diciembre como presidente interino, cumplió con convocar a Asamblea Legislativa dentro de las 48 horas para que elija a un presidente interino hasta que un nuevo mandatario fuera electo por la voluntad popular.

De ese modo, Duhalde resultó electo el martes 1 de enero de 2002 por el Congreso y asumió al día siguiente para gobernar un año y cinco meses, luego de que se convocara a elecciones tras la conmoción política que produjeron los asesinatos de los jóvenes manifestantes Darío Santillán y Maximiliano Kosteki. El mandato de Duhalde finalizó el 25 de Mayo de 2003, cuando le traspasó el poder al presidente electo Néstor Kirchner. Télam

Furia incontenible. En medio de una crisis histórica, varios argentinos salieron a la calle a incendiar lo que había a su paso.
  • La historia de un balazo y una foto

 

"Hirviendo". Para García Medina, su foto retrata y resume el clima de aquellos días de estallido social, cuando "la gente salió a la calle como lo hace el agua cuando hierve en una olla". 

La figura de un hombre que arroja una piedra en medio del humo de los gases lacrimógenos es una de las imágenes icónicas de la represión del 20 de diciembre de 2001 y fue capturada por el reportero gráfico Enrique García Medina para la agencia de noticias Télam poco después de haber recibido el disparo de una bala de goma en una secuencia de "sincronía perfecta".

Segundos antes de ese encuadre, un policía reconoció a García Medina de habituales coberturas en Tribunales -"me tenía bronca", reconstruye el fotógrafo- y, entre risas, apuntó y le disparó una bala de goma.

"Me pegó en el brazo, la cámara me cubrió los ojos y yo le grité (un insulto). En ese momento, me corro a la izquierda y veo al pibe que tira la piedra, como una sincronía perfecta", reconstruyó por estas horas.

Sin tregua. La violencia y los enfrentamientos entre manifestantes y efectivos de seguridad asombraban al mundo entero.

A 20 años de ese instante que luego se reprodujo en miles como una síntesis visual completa de las trágicas jornadas de finales de 2001 que terminaron en la caída del gobierno del expresidente Fernando de la Rúa, la identidad del joven protagonista capturado por García Medina todavía permanece rodeada de misterio. "Dicen que se llamaba Bernardo, que era de clase alta y que militaba en el Partido Obrero, que murió de cáncer antes o durante la pandemia", relata el fotógrafo en diálogo con Télam.

García Medina recuerda que el balazo que recibió en el brazo le dio "energía" para hacer la foto que, asegura, dos décadas después "todavía" le gusta.