Orgullo. La enfermera María Eugenia Álvarez, orgullosa con la imagen de María Eva Duarte de Perón, que falleció como consecuencia de un cáncer.

Sonriente y vital. Así es María Eugenia Álvarez, quien con 91 años guarda en la memoria como oro en paño su etapa como ángel de la guarda de la mismísima Eva Perón, a quien cuidó y consoló hasta el final.

"Dos horas antes de fallecer me dice: "María Eugenia, qué poquito que me queda". Y le dije: "¿poquito para qué, para ir al baño?". "No... de vida, hija, de vida"", recuerda la última enfermera de Eva Duarte, emblemática esposa del expresidente argentino Juan Domingo Perón.

Evita, nombre con el que pasó a la historia, cumpliría hoy un siglo de vida. Pero un cáncer de útero la mató el 26 de julio de 1952, con apenas 33 años y en lo más alto de su popularidad como primera dama, posición que ostentaba desde que Perón llegó al poder en 1946, meses después de casarse.

María Eugenia relata entre lágrimas cómo Eva -conocida como "abanderada de los humildes"- le transmitió su preocupación por quién cuidaría a su esposo, a los "viejitos" y a los niños cuando ella faltase.

""¿Pero por qué piensa eso, señora Evita? Todo lo contrario. Ahora no se siente bien, pero no piense que no va a mejorar". Yo no sabía qué inventarme ya, aunque (ella) era inteligentísima", cuenta la enfermera en su casa de la localidad bonaerense de Longchamps.

La muerte de la segunda esposa de Perón -la primera, Aurelia Gabriela Tizón, también falleció del mismo tipo de cáncer- conmocionó a sus seguidores, que la veían como una reina del pueblo por los grandes avances sociales que impulsó.

La mañana en que murió Eva, María Eugenia vio llorar al presidente. "Y yo tenía que estar fuerte, atendiendo porque se descomponían. A mi hermanita Rita (que también fue enfermera de la primera dama) la mandé que la fueran a buscar para poder atender", afirma.

"Perón, pobre general, se sentó en la silla del dormitorio y me dijo: "María Eugenia, qué solo que me quedo"", evoca la anciana, que contestó: "Mi general, quédese tranquilo que lo vamos a acompañar entre todos".

Apenas tres años después, unos militares derrocaron a Perón -que había ganado las elecciones de 1946 y 1952- y el viejo líder se exilió hasta 1973, cuando el peronismo recuperó la legalidad. Ese año volvió a ganar los comicios pero murió poco después, quedando la vicepresidenta, su última esposa, Estela Martínez "Isabelita", como jefa de Estado.

"La última vez que lo vi, en el velorio (de Eva), lo saludé y ya nunca más. Me llamaban pero nunca más quise ir. Me daba tristeza todo lo que había vivido ahí. Los recuerdos que me atrapaban y por lo que sufría ese hombre", enfatiza la enfermera.

De orígenes gallegos, María Eugenia tenía 17 años cuando se tituló como enfermera, y como regente de la Escuela de Enfermeras de la Fundación Eva Perón llegó a viajar a Colombia, Venezuela y Perú para atender a víctimas de terremotos.

Un día, el director del Hospital Rivadavia de Buenos Aires, donde estaba trabajando, le comunicó que iría a buscarla un chofer del presidente para cuidar de su esposa tras ser operada de apendicitis en enero de 1950, tiempo en el que se cree empezaron los síntomas del cáncer.

Aunque no sabe por qué fue ella la elegida, intuye que los médicos reconocían su "seguridad" para cuidar a los pacientes, y subraya que la confianza con Evita fue "total". "Era sencilla, alegre y agradecida", señala.

Fuente: Efe