La actividad turística funciona como un espejo que devuelve tanto señales económicas como sociales; en Argentina, ese reflejo mostró en el primer semestre de 2025 tensiones que van más allá de las cifras: revelan cambios en preferencias, en poder de compra y en la competitividad del destino. En términos simples, mientras más argentinos viajaron al exterior, la capacidad del país para retener visitantes y divisas se vio debilitada, según un reporte de la consultora El mejor trato al que tuvo acceso la Agencia Noticias Argentinas.

Por un lado, el turismo receptivo -los extranjeros que llegan a Argentina- siguió concentrándose en perfiles y destinos concretos. Brasil se mantuvo como principal emisor (27,7% del total), y Europa junto con el resto de América aportaron casi un 19% cada uno. Por otro lado, la modalidad de viaje mostró que el ocio y las vacaciones continúan siendo la principal motivación de inversión (47,7%), aunque las visitas a familiares y amigos (29,2%) siguen jugando un rol clave, con implicancias distintas para la temporada baja y la oferta de alojamientos.

Sin embargo, ese perfil receptivo convivió con señales preocupantes. En el segundo trimestre de 2025, los aeropuertos de Ezeiza y Aeroparque registraron 461,7 mil llegadas de turistas no residentes, una caída interanual del 13,1%. A la vez, las salidas de residentes fueron 951,7 mil, un crecimiento interanual del 39,1%, dejando un saldo negativo de 490,1 mil turistas.