El jefe de Gabinete, Guillermo Francos, debió salir con chaleco antibalas y armadura de amianto al recinto de la Cámara de Diputados para repeler el arsenal de críticas y chicanas que recibió de parte de la oposición durante su informe sobre la marcha del Gobierno, en medio de las graves denuncias por presunta corrupción que comprometen a altos funcionarios, entre ellos Karina Milei.

En el arranque de su presentación, fue el propio funcionario el que puso sobre la mesa -antes de que le pregunten- el caso del fentanilo contaminado y la causa por la filtración de audios atribuidos al extitular de la ANDIS, Diego Spagnuolo. Definió al escándalo del ANDIS como una “operación política” orquestada “por un pequeño grupo de personas que, en esta nueva Argentina, ya no tienen lugar” y a la causa del fentanilo (que dejó 96 muertos) la catalogó como una “catástrofe sanitaria”, y destacó que fue la ANMAT la que denunció que el Ministerio de Salud impulsó la investigación y que el Instituto Malbrán es “perito central”.

“Que quede claro: todo esto forma parte de un mismo patrón: el accionar de un pequeño grupo de personas que, en esta nueva Argentina, ya no tienen lugar”, sentenció Francos.

Desde el principio, los diputados de la izquierda chicanearon a Francos recreando el número tres con los dedos en alto, en alusión al porcentaje de coimas que de acuerdo al relato de Spagnuolo, se quedaba Karina como retorno por los contratos en Discapacidad.

Francos se desquitó un rato después cuando bromeó con el porcentaje obtenido por la izquierda en Bolivia. “Creí que cuando hacían el gesto del tres, hablaban de los votos que sacaron en Bolivia”, lanzó a modo de chanza.