A días de las elecciones de este año para el Congreso, en medio de una campaña electoral que a nivel nacional tuvo peleas y cruces de todos los colores, pero con un altísimo nivel de agresividad como marca en común, hay una organización civil que marcha a contramano de esa cara de la política. Se trata de Potencia Argentina, una entidad que sostiene un sistema de becas para la formación académica y tecnológica de líderes jóvenes de todo el país para que sean capaces de “saltar la grieta”. En ese grupo, por el que ya pasaron dos sanjuaninos y hay otra sanjuanina actualmente en el programa, se dedican más a escuchar que a intentar imponer. Se aferran al diálogo, conviven y, sin dejar de guiarse cada uno por las convicciones partidarias, aprenden a construir desde la diferencia. Al frente de todo esto está Santiago Bermúdez, un ingeniero informático que siempre tuvo inquietudes sociales y que encontró en esta asociación civil que forma jóvenes líderes la manera de canalizar su forma de entender cómo construir una política mejor, por el bien de las instituciones de la democracia. En diálogo con DIARIO DE CUYO, contó desde adentro cómo es esta experiencia.

-¿Cómo nace Potencia Argentina?
-Todo esto tiene un contexto, y es que hay una crisis enorme de representación, no sólo en Argentina, sino en toda la región, incluso en casi todas las democracias occidentales. Hay una necesidad de canalizar la demanda ciudadana en la política, de unir esa necesidad de la ciudadanía con la política en general.

-Claro, porque eso también implica un descontento muy grande, una frustración que debilita los sistemas democráticos.
-Exactamente. Nosotros siempre mostramos cómo evoluciona la satisfacción y la confianza en la democracia en los distintos países de Latinoamérica, y en la gran mayoría va en caída. Eso para nosotros es terrible. Nuestro objetivo último, y el más difícil de cumplir, es fortalecer esos niveles de satisfacción y confianza en la democracia, que hoy está cruzada por una polarización extrema que ha erosionado los vínculos sociales.

-Y ustedes buscan salir de ese lugar…
-Sí, nuestra propuesta viene justamente a tratar de salir de ahí. Siempre decimos que vivimos con estructuras e instituciones de hace dos siglos, con reglas económicas de hace uno, mientras el mundo avanza a una velocidad absurda. Es decir, vivimos en el siglo XXI con un sistema económico del siglo XX y una democracia del siglo XIX. Entonces, nacimos como respuesta a ese contexto, y no lo hicimos solos: somos parte de una red regional llamada Democracia+, integrada por siete instituciones de siete países latinoamericanos. Promovemos programas de formación de liderazgo para mejorar la satisfacción y la confianza en nuestra democracia.

-¿Cómo lo hacen concretamente?
-Decimos que somos una aceleradora de liderazgo. Trabajamos con líderes emergentes, a quienes damos una formación intensiva en distintas áreas, para que puedan ocupar un rol de liderazgo público con herramientas de escucha, construcción de equipos y gestión en contextos de incertidumbre.

-¿Y esas personas necesariamente deben ocupar cargos políticos?
-Nuestros programas están orientados a personas con intención de tener un cargo electivo, ya sea en sus municipios o provincias. Pueden ser líderes sociales, comunitarios, empresarios o sindicales que recién se están involucrando, o funcionarios jóvenes, incluso algunos concejales y legisladores provinciales con pocos años de mandato.

-¿Cómo logran aceitar una mirada transversal entre perfiles tan distintos?, ¿cómo hacen para que coincidan, por ejemplo, un concejal peronista y uno libertario?
-Ese es el mayor desafío, pero estamos muy contentos con cómo lo abordamos. Partimos de una base común: todos queremos una Argentina que crezca, que reduzca la pobreza, con una economía estable. A partir de esos mínimos acuerdos, les damos herramientas para que puedan debatir y construir consensos sin renunciar a sus convicciones.

-Es decir, no se trata de anular la identidad política de cada uno, sino de potenciarla en un camino en común.
-Cien por ciento. Los animamos a levantar sus banderas desde lo que aprenden en el programa. Nuestra formación tiene tres pilares: liderazgo con propósito y autoconocimiento (“si no puedo autoliderarme, no puedo liderar un cambio”); liderazgo transformacional, con análisis de casos de políticas públicas; y liderazgo democrático, que invita a repensar las instituciones para adaptarlas al siglo XXI.

-¿Y qué ejes transversales trabajan?
-Dos: tecnología y comunicación política positiva. En tecnología, vemos cómo puede mejorar la eficiencia de los gobiernos. Incluso abrimos el programa con una hackathon de inteligencia artificial. Y en comunicación, promovemos una forma positiva y propositiva, lejos del discurso del odio.

-¿Cuánto tiempo llevan con Potencia Argentina?
-Somos muy jóvenes: un año y dos meses. Hicimos tres programas hasta ahora, dos completos y una prueba piloto enfocada sólo en comunicación política.

-¿Y qué resultados obtuvieron?
-Tuvimos más de 9.000 inscriptos y hoy contamos con una red de 250 participantes de las 24 provincias, 23 partidos políticos y más de 75 municipios.

-¿Hay sanjuaninos entre ellos?
-Sí. En la actual edición participa una chica de San Juan, Cristina Ramos, que viene del peronismo, y antes estuvieron Leonardo Raverta, de La Libertad Avanza, y Rodrigo Galván, de Juntos por el Cambio. Así que tenemos representación de los sectores mayoritarios, justamente como ejemplo de lo que preguntabas antes.

-Eso muestra que el proyecto no es precisamente “antipartidario”.
-Exacto. No somos apolíticos, somos pluripartidarios. En cada tema tratamos de incluir distintas visiones para fomentar el debate, el consenso y el aprendizaje mutuo.

-¿Han podido hacer un seguimiento exhaustivo, y ver si los participantes aplican lo aprendido?
-Sí, y nos sorprendió gratamente. De los 150 primeros alumnos, 50 fueron o son candidatos y 19 resultaron electos en distintas provincias. Además, surgieron proyectos concretos y pluripartidarios.

-¿Podés mencionar alguno?
-Al menos dos que me impactaron mucho. Uno fue una ordenanza municipal de buenas prácticas electorales, creada por 14 participantes de todo el país, desde Tierra del Fuego hasta Jujuy, y desde La Cámpora hasta La Libertad Avanza. Ya se presentó en varios municipios. El otro es un programa de veedurías electorales, que nos permitió participar como observadores en elecciones en Jujuy, Santa Fe, Ciudad de Buenos Aires y próximamente en la nacional.

-Con una mano en el corazón: ¿ves que estos líderes jóvenes realmente creen en lo que proponen, o lo hacen por pura corrección política?
-Creen profundamente, eso está muy claro. Incluso varios participan a pesar de la resistencia de sus partidos. No es fácil en este contexto de polarización. Pero creen en la construcción de la amistad cívica como base de la democracia, y están apasionados por transformar sus comunidades.

-¿Qué es lo que más valoran del programa?
-Dos cosas, básicamente. Las herramientas para el bienestar personal (porque el liderazgo y las campañas electorales son desgastantes) y la formación tecnológica. Hay muy pocas instituciones que enseñen tecnología aplicada a la gestión pública. Por eso esto es una verdadera oportunidad para ejercer nuevos liderazgos, con una verdadera valoración de la democracia y totalmente adaptados a este siglo en movimiento.