Señor director:


Hay gente que va a trabajar por el sueldo y otras que lo hacen por devoción. Este era el caso de mi mamá. Ella nació maestra. No podría haber sido abogada, ni doctora ni ingeniera, no porque no tuviera capacidad, porque si había algo que le sobraba era capacidad; pero lo suyo era enseñar, formar, capacitar, amar. De hecho crió 5 hijos y cientos más, que a lo largo de su carrera ayudó a desarrollar, enseñándoles las primeras letras, los primeros números, formándolos en las bases del respeto y la disciplina (había que verla parada en la puerta del aula, llena de chicos y en un silencio total). Su sola presencia imponía respeto, cuando en las escuelas existía el respeto, pero no sólo era disciplina, ella infundía amor. Y uno se daba cuenta cuando se despedían hasta el otro día. Un "enjambre'' de niños abrazándola, besándola y diciéndole "hasta mañana señorita Alicia''. Se podía ver que había afecto, vínculo, reciprocidad. Bien dicen que los niños y los animales no mienten en los afectos. Y esas escenas que se repetían todos los días y a través de los años fueron muestra cabal que es verdad. Muchas veces fui testigo que acompañando a mi madre en algún lugar, se le acercara alguien a saludarla y decirle: ¿señorita Alicia, se acuerda de mí? Usted fue mi maestra de la primaria... y mamá se acordaba del nombre, en que grado fue su alumno y hasta la fecha de su cumpleaños. Por eso, cuando llega la fecha del Día del Maestro, queremos saludarte. Ya no estás entre nosotros, pero te seguiremos saludando siempre, porque ser maestra fue tu vocación, pasión y devoción.