Señor director:
Una mujer que vivió adelantada a su época. Distinta al común de la gente, con sello propio y molde único. Auténtica, simple, generosa. Me quedo con tantas cosas que me enseñaste, gran maestra de la vida. De esa vida que sólo la imaginación y la magia la hacen especial. Sé que te recordaré en muchas anécdotas, en las hojas del otoño, en los versos de Neruda, en los tejidos al crochet, en las nueces y el mortero, en tu alimentación, en los colores de Calingasta, en las mascotas, en las maravillas de la naturaleza y en la grandeza de las almas. ¡Chau, mi querida Adela! Te veo partir con un sombrero y en bicicleta, como tantas veces te ví.
