Los alumnos tienen derecho a recibir la evidencia científica sobre el drama del aborto. 

El valor de la vida humana, particularmente en sus inicios, está hoy devaluado. Al año, 500 millones de abortos se realizan en todo el mundo. Es el mayor genocidio conocido por el hombre. Ni las dos guerras mundiales, ni la bomba de Hiroshima, mataron tantas personas como el aborto. Por eso, el lugar más peligroso del planeta Tierra hoy es el vientre de la madre. La violencia y tortura del aborto no se condice con los proclamados derechos humanos de la modernidad. La ley despenaliza la muerte de bebés; pero castiga a quien mate un guanaco. 


Es necesario reflexionar acerca del comienzo de la vida a la luz de la ciencia. Veremos entonces que el derecho a la vida de un inocente es absoluto, y que la política debe estar al servicio del más débil y vulnerable como es el niño por nacer. Hay que rechazar oscuras falacias que no provienen de la verdad científica sino de intereses ideológicos. Los jóvenes deben poder conocer y comprender la verdad científica sobre el aborto. Esta triste realidad debe ser enseñada en las aulas escolares a los jóvenes en su real dimensión. Abundante material en fotografías, documentales, videos, etc., como evidencia científica existe a montones. Esto con el fin de que tomen conciencia del engaño, que desde la ideología se les impone. Los alumnos tienen derecho a recibir la evidencia científica sobre el drama del aborto. También se hace cada vez más necesario el análisis de las diferentes ideologías que han generado la actual "cultura de la muerte'', pues nada de lo que está ocurriendo es accidental o casual. Los jóvenes deben conocer cuáles son las raíces de las ideas que pretenden querer cambiar hasta nuestro sentido común, haciéndolo el menos común de los sentidos.



Por Ricardo Sánchez Recio
Orientador familiar - Bioquímico
Profesor de Química