"Por la Esquina Colorada, sobre calle San Miguel, hubo una vez una casa, con mil sueños en tropel, y en la que moraba un ángel. Se llamaba Daniel''. Era el más chico de los cinco hermanos. El más alegre, pillo, simpático y carismático. Al que no le costaba hacer amigos, y convertir una tarde cualquiera en una charla de café, sin otra ambición que la de conversar. Nada más que porque le gustaba enhebrar amistad, sea con quien sea, de la condición que fuese. Siempre recuerdo la vez que un grande, José Francisco Sanfilippo, vino a San Juan para jugar en Del Bono. Yo hacía periodismo en ese entonces y le dejaba la posta a Daniel, que tenía una memoria de elefante para recordar equipos, jugadores, partidos y campeonatos. Traté de hacerle una nota a Sanfilippo, con el respeto que mi profesionalismo indicaba. Pero a mi lado, Daniel, antes de que yo me diera cuenta, ya charlaba con el crack como si lo conociera de toda la vida. Le sacó las más jugosas declaraciones que yo nunca hubiese podido obtener y salió con él tomado de su hombro, como dos grandes amigos.


Ese fue mi hermanito Daniel. Un tipo de mano abierta y hacedor incansable de la amistad. Sus correrías por la Esquina Colorada, cuando niños, le acarreó una chorrera incontable de amigos. Aceitada en largas tertulias a la vera del canal, en los interminables picaditos en la vereda o en los potreros cercanos, en la Nacional 21 y la Matías Zavalla. Muchachada querida de la Cereceto y San Miguel, que con tan lindas palabras lo han despedido, así como el presidente, directivos e hinchada de nuestro amado Del Bono. Profesor y compañero de todos en la ex ENET 4, dibujó una imborrable memoria traducida en chanzas, ingenio y canto de nuestra juventud. En la Legislatura, donde perteneció al cuerpo de taquígrafos, en DIARIO DE CUYO, donde ejerció el periodismo, en el Distrito Militar 49 donde hizo el servicio militar y dejó amistades para siempre. Cuando le pasó lo del ACV con el que convivió 14 años, supe cuán querido era.


El domingo 10 dejó de luchar. Se fue buscando destino para su alma buena, seguramente a juntarse con papá y mamá. Como también con el "Panza'', el "Pajarito'', el "Pico'', el "Negro'' Avila, que se fueron este año, y los que se fueron antes. 


Ahora se me está haciendo difícil seguir escribiendo. Pero quiero decir que mi cuñada, Susy, fue una gran compañera. Que tomó una cruz muy difícil de sobrellevar y lo hizo con la entrega de una madre, porque Daniel pasó a ser como un hijo, después de aquel accidente. Lo mismo que Cecilia, su hija, firme junto a ella en los solícitos cuidados que requiriera su papá.


Adiós "Pulguita'', hermano querido. Te has ido y, recuperándome un poco de mi emoción, te vuelvo a preguntar, como tantas veces lo hice, aquello que para nosotros era inexplicable:¿Quién te hizo de Boca?