Señor director:


¡Sarmiento! Su nombre es pregón de la gloria infinita/ que proyecta desde San Juan su sombra soberana,

con su obra fecunda, con su encendida lumbre

 y su sueño constante de educar a los pueblos.

Desde el Carrascal andino, con la Patria nacido,

fructificó el desvelo en la luz del progreso.


Con énfasis, con ímpetu y la embestida del Zonda,

su elocuencia en horas decisivas de la historia

en sitial honorable de parlamento descolló con su brío.

Maestro, proscripto, presidente, visionario,


con fuerza de volcán combatió la ignorancia.

 Escritor, polemista, periodista de mensaje claro,


estrella rutilante, engarzó la verdad con fértil pluma.

 La palabra sarmientina perdura y es ejemplo,


halo de luz, numen radiante, vigorosa idea,

 con su obra fecunda, con su encendida lumbre

 ¡y su sueño constante de educar a los pueblos!