Señor director:

Le hago llegar estas palabras para despedir a un abuelo como tantos otros que supo dejar una enseñanza basada en la comprensión, cariño y amor a sus nietos. A él le quiero decir a través de este espacio: cómo se hace para desarraigar la tortuosa idea que despertamos a cierta edad llamada conciencia, imaginar que un día ya no estarás. Imaginando hasta cómo sería tu transe a la transcendencia divina. Querido abuelo debo decirte que al correr de los años dejamos de ser esos niños que para desgracia tuya nos tenías en temporada de vacaciones de verano y de invierno, esos niños a los que veías correr por el callejón de la finca, quienes trepaban al molino sin miedo a caer. Tú sabías que estabas tallando en nuestras vidas las mejores enseñanzas, nuestra raíz de familia, valores, lealtad y muchos principios. En cada paso que dan mis hijos, tus bisnietos están tus manos transparentes guiando la de ellos, en estos tiempos donde sembrar una semilla es un acto revolucionario, mis hijos lo harán en tu nombre. Tu día llegó querido abuelo, con tus manos ásperas de tanto labrar la tierra y de acunar nietos a montones… hoy homenajeamos el gran hombre que fuiste, serás, por toda una eternidad. Puedes ir en paz querido tata, sabiendo que dejaste este mundo cumpliendo y volviendo a cumplir.

Rosana Gabriela Rojas
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