Señor director:


En la naturaleza humana encontramos dos clases de tendencias; por una parte, las tendencias inferiores que arrastran al hombre hacia abajo, que se manifiestan con el lenguaje del egoísmo. Por otra parte, las tendencias superiores que se expresan con la voz del amor. Todos sabemos que para salir de la oscuridad se debe proyectar la luz. Del mismo modo, hacer desaparecer el egoísmo es haciendo presente el amor. Sólo el amor disipa el egoísmo; nos referimos aquí al amor puro y desinteresado hacia los demás y sobre todo, el amor a Dios, siendo propiamente el egoísmo un vacío, lo único que cabe para extirparlo, es llenar el corazón de amor, y entonces ya no se podrá hablar de egoísmo, porque ese vacío ha sido llenado. Relacionado con lo anterior, es hablar sobre la solidaridad que existe en el bien y el mal. Del mismo modo que cada uno de nuestros miembros, forman parte integrante de nuestro cuerpo, en forma análoga, cada persona integra la gran familia humana. Toda injusticia, todo daño, toda ofensa que se hace a un semejante, hiere a toda la humanidad, que funciona como un solo organismo, al cual pertenece tanto el ofensor como el ofendido. Asimismo, todo acto de bondad hacia el prójimo repercute favorablemente en el cuerpo social. Así como existe una ley en el mundo físico, que tiende a establecer un equilibrio entre todas las cosas, del mismo modo, existe una ley en la esfera moral, que castiga las malas acciones y premia las buenas.


Dr. Francisco Lázzaro
Médico - MP 1760