Señor director: 


Actualmente se tacha a la educación tradicional de autoritaria. Esa confusión induce a muchas personas a pensar que la autoridad y la libertad se contraponen entre sí. Esa incompatibilidad se da solamente en una relación de autoritarismo: los hijos obedecen por la coacción del poder (autoridad como potestas) que busca sumisión incondicional. En cambio, en la relación de autoridad moral (auctoritas) el educando acepta interiormente la exigencia del educador por su credibilidad y porque no pretende dominar, sino servir.


El estilo autoritario se caracteriza por ser una autoridad arbitraria, con criterios cambiantes y pautas de comportamiento prescritas de arriba a abajo. Como consecuencia, los hijos descubren la libertad solamente de forma reactiva (contra algo o contra alguien).


Etimológicamente, la palabra autoridad se deriva de "auctor'' y de "augere'' (aumentar y hacer crecer). Es fuerza e influencia positiva para sostener y acrecentar el desarrollo psicológico y la libertad responsable de los educandos. La educación no sería posible sin la conjunción fecunda de la autoridad y el amor. La autoridad paterna es de talante positivo y elevador. Es refuerzo de los buenos comportamientos y recurso para fomentar virtudes humanas, entre ellas, la fortaleza y la obediencia.


Los niños privados de la autoridad paterna desconocen los límites o "líneas rojas'' de su comportamiento, por lo que no aceptan normas familiares, haciendo así muy difícil la convivencia. En palabras de Juan Pablo II, "son huérfanos de padres vivos''.



José Morales Martín   DNI 7124596