En el diccionario de la Real Academia Española se lee: "Baqueano/a, baquiano/a: práctico/a de los caminos, trochas y atajos". En el Ejército Argentino este soldado no sólo cumple con ese rol, sino que realiza arriesgadas tareas de rescate y salvataje en la cordillera y en el monte, de preservación del medio ambiente y prevención y lucha contra incendios forestales. Una especialidad -la más antigua de la Fuerza-, con antecedentes en los viejos rastreadores en los que hasta el propio San Martín confió para desarrollar la campaña libertadora. Hoy, están de festejo.
El espíritu de sacrificio es la impronta que distingue a los baqueanos del Ejército, son quienes van a la vanguardia de las tropas para detectar o simplificar su paso hacia un objetivo. Pero además, asesoran y acompañan en las ascensiones a distintos picos de la cordillera. Deben conocer las condiciones del clima, decir cuando subir o bajar y manejar a la mula que siempre lo acompaña y que tiene sus peculiaridades. Fiel compañera y muchas veces el éxito depende de lo que haga este animal, que llega donde no puede hacerlo ni siquiera un helicóptero. El baqueano bisoño consigue esa experiencia con permanentes salidas al terreno (no hay otra escuela que esa) y donde tiene que pasar largos períodos en soledad, en la montaña y el monte y registrar en su memoria sendas, caminos, grietas, pasos, vertientes, etcétera, revela también y se hace ducho en el conocimiento de los vientos, dirección y velocidad y en el vuelo de los pájaros.
Al baqueano lo distingue el conocimiento de la montaña y el monte para asesorar y guiar tropas por ejemplo, en lugares inaccesibles. En pocas palabras es quien pone la escena en el terreno". Por eso, puntualiza que son elegidos preferentemente aquellos soldados con algún conocimiento geográfico de la zona donde viven.
Hace 60 años, el 18 de agosto de 1953, en Laguna del Diamante, en el Departamento de San Carlos, distrito Pareditas, a 220 km de la ciudad de Mendoza, se produjo una tragedia militar por la que en 1966, sería instituido el Día del Baqueano bajo la protección de su patrono, San Francisco Solano. Los hechos se sucedieron cuando horas antes del luctuoso hecho, una comisión militar de 35 soldados del Ejército y algunos gendarmes, inició el reconocimiento de hitos limítrofes con ascensiones a las montañas circundantes. Pese a las advertencias de que el calor reinante presagiaba un temporal, el oficial al mando hizo continuar la marcha. Como se preveía, la tormenta de nieve y viento se desató y encontró a la comisión separada en tres patrullas. En el intento por replegarse en peligrosas condiciones, murieron 21 soldados y 2 gendarmes por el frío y el agotamiento. Varios baqueanos, entre ellos.
En esta ocasión quiero saludar a miembros de la Sección Baqueanos del Destacamento de Infantería de Montaña 22 que algunos están en actividad y otros han pasado a retiro entre ellos Néstor Montaña, actual encargado de la Sección.
Por Martín Andrés Carelli
Profesor de Historia de la UNSJ. Miembro de la Junta de Estudios Histórico de San Juan. Montañista.