Señor director:


Soy un turista periódico de la provincia de San Juan que cada tres años me gusta llegar a esta provincia a disfrutar de la calidez de su gente, la belleza de su paisaje y el calor del desierto.


Reconozco que en esta oportunidad pasaron cuatro a cinco años de mi última visita, en la que me fui maravillado por la pujanza de su pueblo, las obras de infraestructuras y culturales pensadas a futuro.


También años antes me emocionó ver la transformación de la Avenida de Circunvalación de un terrenos baldío en su entorno a hermosos jardines y paseos que, además, recién pude disfrutar en esta visita. 


En esta oportunidad recorrí la zona de los diques, llamada Ruta de los Perilagos. Y me quedé con una sensación amarga en la garganta. Para llegar ella circulé por la quebrada de Zonda, su parque y Jardín de los poetas. Luego la Villa de Zonda y Camping el Cerro Blanco y finalmente volvimos por El Pinar.


Me angustió mucho ver como se están secando sus arboledas históricas. Tenía recuerdos de rutas más sombrías por el follaje de sus árboles formando túneles que describía a mi nieto. Luego en la quebrada, el Pinar y en el Cerro Blanco, ver los ejemplares forestales añosos muriendo de sed, en un desierto que le robas metros a los hermosos oasis, nos dieron pena.


Y recordé entonces lo realizado en el anillo vial de la ciudad y entonces me dio bronca e impotencia. ¿Por qué no se puede hacer lo mismo en los otros lugares?, ¿de quién o quienes dependen esta decisión?

Espero esta carta tenga sus frutos.


Luiggi Moretti   Turista