Buenaventura Luna y sus amigos en junio de 1932 en un banco de la Plaza 25 de Mayo.


En el corriente mes se recuerdan los 65 años de la muerte de Buenaventura Luna, poeta, cantor, filósofo, canta-autor mayúsculo de nuestra querida tierra sanjuanina. En concordancia con el "Día del Amigo", recordamos cómo consideraba la amistad el inteligente huaqueño. Buenaventura Luna concibió el aprecio entre los amigos con un sentido varonil con el que consiguió brindarnos un punto de vista cabal sobre este noble sentimiento. Si repasamos sus escritos o nos embelesamos oyendo sus grabaciones descubriremos indicadoras expresiones, a veces de una manera implícita.


Así por ejemplo, en la composición "En la taberna" -una cifra- se refiere al amigo como el fiel depositario de recónditos secretos. La estrofa se asemeja a una confesión acerca de un amor que ya fue. Así lo exterioriza uno de sus versos: "Me preguntas, buen amigo/ por qué me di a la bebida / has de creerme que en ella encuentro la vida...".


En ciertos versos de su popular poesía "El fogón de los arrieros", el tema de la amistad lo presenta de un modo tácito, concibiéndola como un sentimiento que traspasa las rivalidades locales, hermanando a todos los argentinos. La amistad descuella sobre las competiciones heredadas de nuestra historia, irrumpiendo el amor fraterno como forjador de nuestra nacionalidad. El símbolo que fortalece y congrega a los arrieros de todos los confines de nuestra patria -considerados como hermanos y amigos- es el fogón: "... Estaban codo a codo en lo argentino/ iguales en lo santo y en lo estoico/ el sanjuanino triste y el heroico/ hermano de su afán el mendocino...".


Finalmente brota con vehemencia el aprecio hacia los amigos en sus admirables "Sentencias del tata viejo". En una de ellas pronuncia el valor que tiene la amistad conforme va transcurriendo el tiempo, comparándola con el buen vino maduro. En forma de refrán o dicho, Buenaventura Luna declama: "La amistad es como el vino/ mejor cuando más añeja/ una conducta pareja hace a los buenos amigos/ y son más dulces los higos/ de la higuera que es más vieja...". 


Otra de sus sentencias nos enuncia sobre aquellos que no cultivan la amistad perenne, alternando un amigo por otro, determinando con convicción lo endeble de tal actitud. Lo hace contrastando este modo con prácticas representativas del acervo criollo: "Las curanderas de empacho/ conocen midiendo ombligos/ otros aprecian el trigo/ por el peso de sus granos/ yo digo que es mal cristiano/ quien siempre muda de amigo...".

Por el Prof. Edmundo Jorge Delgado
Magister en Historia