Señor director: 

A veces veo que a nivel general no confiamos en nosotros como sociedad. Entonces "debemos" ir a buscar ayuda afuera. Tengo la sana intención de que estas líneas sean para que los sanjuaninos y, por qué no, los argentinos reflexionemos un poco. 

Es cierto que a veces necesitamos un poco de ayuda como para "arrancar". Pero que esa ayuda no se transforme en "dependencia total e indefinida" con alguien. A veces, ese es nuestro pecado. Nos acostumbramos a la facilidad de "depender" y no buscar independizarnos, haciendo el esfuerzo de buscar logros por medio de nuestras fuerzas e inteligencia.  

Si un padre no le enseña a trabajar a su hijo, es muy difícil que este niño se lance a conquistar el mundo (por decirlo de alguna manera). Más bien será un hombre retraído y dependiente que espera que "le den algo", una dádiva, por ejemplo. Quizás, a lo máximo que pueda llegar es aspirar a ser un asalariado en el Estado, donde, en muchos casos, se suele ingresar por contactos políticos. 

Para que un hijo sea triunfador, hay que enseñarle a estudiar, trabajar, a ser creativo, a buscar en sí mismo su vocación, a tener valores que lo impulsen a progresar y ayudar a otros a superarse. 

Eso nos falta como sociedad. Buscar en nosotros el potencial que tenemos y valorarnos. Pedir ayuda para salir del pozo, pero una vez afuera del pozo, saber que tenemos potencial para lograr lo que anhelamos. No depender de venderles productos a un solo país, por ejemplo. Sino, tener al mundo como mercado. En síntesis, creo que podemos crecer. Depende de nosotros.