Señor director:

Un humorista chileno, padre ventrilocuo, lega el ingenio para recordar la partida en la vereda andina. Se trata de Héctor Raúl "Tato" Cifuentes Lira (Santiago, Chile, 14 octubre de 1925 – Buenos Aires, Argentina, 30 de julio de 2017). El hombre culmina su rutina después de una experiencia sostenida desde su juventud animando la barra de Universidad de Chile en Santiago y, luego, compartiendo creaciones artísticas con gente animosa de Argentina, Uruguay y gran parte de su país.

Los personajes -a veces- suelen apropiarse del alma de su creador. Algo queda, opinan los estudiosos. Por otra parte, lo utilitario también guarda algo del gestor: un ejemplo es el congelador. Para Cifuentes, la dualidad del alma reside en sus dos creaciones: "Tatín y Matatín".

"Tatín" es el niño un poco triste que no oculta su capacidad de asombro. Así, con todo respeto, va formulando sus apreciaciones (las generaciones de la década de 1970 se sorprendieron con la llegada de un pariente del recordado "Pin Pon"); "Matatín", en cambio (aunque tiene cinco años y viste como adulto) no le vienen con cuentos. Por algo es un "muñeco parlante" aunque escucha la voz del amo: desobedece y aporta chilenismos. Hay testimonios en diferentes medios de comunicación social.

Pero, habíamos quedado en el humor sin cesura. Tato, de trayectoria reconocida y más de algún premio (Martín Fierro, en Argentina) junto a su muñeco observador y perspicaz, según video filmado en Chile cuando el maestro llegaba a los 87 años de edad.

Finalmente, mientras los pequeños aún recuerdan el "Día del Niño", cabe mencionar a Monicaco, Mafalda, Chavo del 8 y otros. En algún rincón del alma se queda el muñeco de "Tato" aguardando alguna respuesta.