Señor director: 


La vida, como es la vida, te manda una de cal y otra de arena. Y, uno se queda perplejo. Contemplando cómo las cosas no son como uno quiso. Así se encontraba nuestro hombre, como flotando en medio de la nada, caminando la vereda húmeda que lo llevaba al único bar que encontró abierto. Eran las 3 de la mañana, pidió un café y repasó su inventario. 


Esto tuve, esto perdí, más aquello y aquello otro. Cuántas cosas perdí. Si la vida es un sueño, no supe soñar, si es un juego, no supe jugar. Ya no estoy al acecho de que me pasen cosas, pero 
También la tuvo a ella. También la perdió. Recordó que la quiso. Mucho la quiso, pero se le esfumó como el hilo gris de ese cigarrillo, que le amarilla los dedos. Mañana volverá a verla y la expectativa del encuentro le quitó el sueño, y lo llevó buscar este café insomne. 


Ahora está frente a ella. La observa. Los años no desdibujaron su belleza. "Bueno, aquí estoy. Hablame. ¿Para qué me llamaste?+. Se perturbó. Sus palabras, frías, eran cascadas de hielo, que rebotaban en su pecho. El esperaba otra cosa de ese reencuentro. ¿Cómo que para qué la llamé? ¿Cómo puede preguntarme eso, si ella me dijo que también la vida la había maltratado y estaba sola?  


Accedió a encontrarse conmigo. Éramos dos solitarios deambulando la noche fantasmal, esperando la madrugada con la mirada clavada en el techo, y sin una voz que diga tu nombre. Que te llame. Que te necesite. Que te invite. 


Para eso vine. ¿Vos no, acaso? "La verdad que, perdoname, no tengo tiempo. Estoy sola pero estoy bien así. Contame algo de tu vida y después me iré. Lo nuestro, si acaso has pensado otra cosa, ya no va, nene+. Le dijo nene. Y puso una distancia tan inalcanzable, que tuvo de inmediato la certeza del error, en eso de volverse a ver. Ese ser que tenía enfrente era una extraña. Vio morir su ilusión, y la fe se le desplomó como un boxeador camino a besar la lona. Comprendió que la vida, como es la vida, volvía a arrojarlo a esa vía oscura, que no va a ninguna parte. Y, otra vez, la perplejidad, y su vieja amiga, la soledad. 


Dicen que una historia parecida a ésta, inspiró el tango "Como dos extraños'', de José María Contursi. De este modo, le puso versos a una melodía que le había pasado Pedro Laurenz, y expresó bellamente la nostalgia, melancolía y frustración de ese desencuentro amoroso. Como tantos otros hubo, motivo de tangos inmortales. De ésos que ya no salen.