Señor director:

En estos tiempos revoltosos, nos aparece como una constante, las palabras educación y maestros. En un torbellino de información para un lado o para el otro, sólo puedo más que recordar cuál es la función de la escuela. Esta institución sirve para formar, no está en condiciones ni debería dedicarse a educar. La educación viene de la casa, cómo muchas veces hemos escuchado. No me quedan dudas de que es así. Nos merecemos algo distinto, primero en el discurso, luego en la acción.

Si las escuelas fueron mejores antes, no lo sé. Lo que sí podemos asegurar es que, nuestra dirigencia, que es la que actualmente está fallando, es que la se formó en esa otra escuela. Algo pasó. En algún momento perdimos el rumbo.

Domingo Faustino Sarmiento fue un revolucionario en su época. ¿Acaso alguien podría negar la cantidad de escuelas que construyó y el cambio radical que logró en sus tiempos.? 
Es imposible pensar en algo nuevo con simples parches, como regalar una computadora o poner jardines de infantes desde los tres o dos años. Los docentes, maestros, necesitan herramientas palpables, cotidianas, cambios edilicios y pedagógicos para poder afrontar los distintos desafíos con los que se enfrentan diariamente, con los nuevos niños de esta época, la nueva era de la información.