Señor director:

No se puede calmar el dolor que deja el cónyuge que ya no está, ni suplantar la compañía de los hijos que con sus ajetreos del día a día, muchas veces no se ocupan de sus progenitores, todo lo que sería deseable y justo. Pero lo cierto es que quienes desarrollan una labor de voluntariado con personas mayores juegan un papel clave para mitigar la soledad de muchos ancianos en una sociedad en la que estos tienen cada vez un mayor peso estadístico.

Por eso es necesario articular más programas que favorezcan el acercamiento intergeneracional. Además de fomentar este tipo de voluntariado. Pero, sobre todo, es imprescindible que miremos un poco más a los mayores que tenemos al lado y nos preguntemos qué precisan, en qué podemos ayudarlos. En muchas ocasiones bastará con un rato de charla o un simple paseo que les dará la certeza de que no están solos.