Justo en estos tiempos, en que las despedidas suelen ser las visitantes cada vez más frecuentes de nuestras vidas. En que ya vamos descartando cosas que ya no serán, sueños que no se concretarán, ni senderos que ya no habremos de pisar. Justo cuando empezamos a desechar ciertos anhelos que alguna vez deseamos ardientemente. Pero que obstinadamente los seres y las cosas nos estaban diciendo que no, que ya era tarde. Justo, digo, apareció la semana anterior ese programa, nunca tan apreciado, de "La Ventana", de Juan Carlos Bataller, para que en su tablado se produzca un milagro.


Juntó otra vez, en noche de celebrada sorpresa, y después de 24 años, aquel dúo añorado, "pocitanos de mi flor", de Mínguez-Barboza, que iluminó nuestros años de juvenil devoción por la música cuyana. Ídolos, artistas incomparables. De talento natural para hacer lo nuestro, desplegando como fina llovizna, tonadas, cuecas y gatos, desde lo alto del firmamento, hasta algún rancho criollo y nuestro corazón.

Dúo Mínguez-Barboza


Pensábamos que sería imposible. Pero así, de casualidad, se armó ese reencuentro, como quien se topa de improviso con un ser amado que ya creía perdido para siempre. "Orlando, mirá La Ventana, que están cantando los Mínguez-Barboza", me alertó un amigo, bajo un estado incontenible de excitación. Llegué tarde para verlo, pero el teléfono siguió sonando. Los feligreses de la cuyanía, a esa hora en que el músculo se prepara para el descanso, habían iniciado una febril dispersión de la noticia. No se hizo esperar, a la mañana, el aviso de uno de mis hijos. "Ya está subido a Youtube", y a la hora en que esto escribo, ya tengo que haber visto cinco veces aquel programa.


Le sugiero, amigo lector, que lo vea y así se entera cómo Mínguez fue que dejó de cantar hace 24 años. La gran incógnita que consumió varios tintos en la sobremesa cuyana. Que la Fundación Juan de los Santos Amores, del Museo Histórico del Cabildo de la Ciudad de Buenos Aires, ha designado a Américo "Pelufo" Barboza: "Prócer de la cultura federal", y que Rony Vargas les comunicó que en Córdoba han sido los más votados para representar a San Juan en Cosquín. "¿Cómo que dejaron de cantar?", preguntó Rony, ante la duda que le planteó el "Pelufo", ya que no canta con Mínguez hace años. Después, cuando ambos al final del programa cantaron tonadas y cuecas, pudimos comprobar cómo Manuel Mínguez aún conserva la frescura y brillo de esa primera maravillosa que le conocimos otrora. "Tiene el mismo registro", dijo Barboza, admirativamente. Él, por su parte, nunca dejó de cantar y vimos estos años cómo generosamente "le hizo la segunda" a cuanto artista se lo pidió. Y nosotros, hubimos de conformarnos con ese disfrute partido por la mitad, en la convicción que aquel dueto ya no sería.


¡Ojalá Dios nos tenga reservada la dicha de verlos otra vez en alguna peña cuyana!, desplegando su arte incomparable. Ya lo estoy oyendo al aparcero Jorge Darío Bence, anunciando la presentación del "dúo más menta'o en mil leguas a la redonda", y a nosotros metiendo un "aro-aro": "Lindas noches de San Juan, la de los años setenta, que con el alma contenta salíamos para buscar, donde iba a cantar, ese dúo inolvidable: ¡Mínguez-Barboza, compadre! Por ellos quiero brindar".



Por Orlando Navarro  Periodista