Escombros del terremoto de 1944 que sepultó la vida de miles de sanjuaninos. Foto tomada por José Mazuelos en enero de 1944.


Se cumplen 77 años de aquel trágico 15 de enero de 1944. Ese día, San Juan pasó del sosiego al espanto, de la risa a las lágrimas, y de la serenidad al miedo y terror. Después de esos instantes, contados sólo en minutos, la vida dejó de tener sentido y hasta el día de hoy, se le tiene miedo a la tierra cuando se enoja con un movimiento de reflexión y nos hace recordar aquel tremendo terremoto. Él, sólo Juancito, un "nieto-hijo" y que por razones laborales debía viajar semana tras semana a Mendoza. En el viejo Concepción dejaba a sus abuelos que hacían las veces de padres, porque perdió a su mama siendo casi niño y un papá que no conoció. 


Ese día sábado debía viajar a San Juan, y no pudo. Pasó su regreso al día siguiente, un domingo lleno de obstáculos y prohibiciones, pues San Juan se debatía entre la tragedia y las muertes. Recién lo pudo hacer el día 18 de enero, sin imaginar que el destino ya había decidido el final más triste de su vida. Juan sólo quería llegar a la vieja casona de Concepción, donde sus abuelos, cada semana, lo esperaban justificando sus alegrías y premiando su esfuerzo.


En la desesperación de llegar y ver a sus abuelos, Juancito no escuchó lo que la gente quería decirle, solo y con esperanza llegó y solo encontró escombros y ruinas. Nada de sus abuelos.


Por razones de higiene y seguridad a aquellos muertos que nadie reclamó después de uno o dos días de haber sido rescatados muertos bajo los escombros, eran retirados y cremados en fosas comunes. De esa forma se evitaba la propagación de pestes. Eran momentos en que se sumaban más muertos, que los hubo por miles. Juan, amigo de mi padre, no encontró resignación, sólo ver tantos escombros y nada de sus abuelos. Nada de sus pertenencias, pues el pillaje se encargó de "limpiar" lo poco que quedaba de lo que fue casa y sus amores. Juancito pasaba horas y horas mirando esos escombros, que mataron a sus abuelos-padres y también los últimos que los vieron con vida, antes de que él llegara, semana tras semana desde la provincia de Mendoza.

Por Leopoldo Mazuelos Corts
DNI 5.543.908