Señor director:

Un pequeños descuido, puede convertirse en una negligencia que desemboque en una tragedia. Me refiero a situaciones que se pueden notar en lugares públicos y balnearios. Ya sean en las costas del dique de Ullum, río San Juan o clubes privados. Pude comprobar con mis propios ojos que madres jóvenes suelen ingresar al agua con bebés en brazos, creyendo que nada les sucederá. Esto es hasta que algo sucede.

El fin de semana pasado observé cómo una chica veinteañera, con una criatura, perdió el equilibrio, quizás, debido al movimiento del agua y cayó. Afortunadamente, ella estaba en la parte menos profunda de una pileta en un club, y de manera rápida pudo recuperar el equilibrio.

El bebé estaba asustado y lloró, debido a que por un instante el agua lo cubrió. Esta situación, lejos de llamar a la reflexión a esta joven, siguió en el agua como si no hubiera pasado nada.

Creo que los adultos debemos hacernos cargo de nuestros actos. Es necesario que la prudencia sea una bandera para los jóvenes padres y madres que están en plena etapa de crianza de sus hijos.