Señor director:


Los antiguos trabajadores de la tierra, tanto profesionales como aficionados, tenían prácticas que hoy son obsoletas. Según decían, el humus y la fertilidad de la tierra se obtenía del rastrojo que dejaban las plantas sembradas, luego de cosechado el grano. Eso era pastoreado por el ganado, quien al recorrerlo, abonaba con guano la tierra. Luego lo que quedaba se enterraba, roturando la capa de greda que se formaba. Eso permitía que el agua de lluvia ingresara a la tierra y buscara las napas más profundas. Al descomponerse el rastrojo, la tierra quedaba más fértil. Y así sucesivamente se alternaban los cereales.


Hoy los adelantos técnicos, dicen que fue un error "mover" la tierra ya que la capa de humus no es más de 5 cm y de "toquetearla" el viento se la lleva. Entonces no se rompe más la capa de greda y la lluvia "corre" por los campos, no penetra a las napas y va directamente a los ríos y arroyos. Al sembrar soja, por la rentabilidad, es una oleaginosa que no da flor, por lo tanto no hay abejas. Tampoco deja rastrojo y hay que aplicar fertilizantes químicos. Gran negocio para los laboratorios extranjeros. Tampoco se ara para enterrar los yuyos, se les envenena. La lluvia, que "corre" libremente, arrastra esos químicos envenenando las aguas que luego tomamos los animales y humanos. Más negocio para los laboratorios de agroquímicos y medicinales.


Nos estamos muriendo lentamente. Algunos "harán" mucho dinero, pero no podrán disfrutarlo. Morirán intoxicados como todos los demás. Como produce "caja" para el Estado, no dice nada. Premisa de estos años: "Yo hago dinero, los que vienen, que se arreglen" ¡Cuidado! No hay lugar donde cobijarse si destruimos nuestro hábitat. 


Juan Curbelo
curbelo.juan@yahoo.com