Señor director:

En el maravilloso ejercicio de la democracia hemos disfrutado la experiencia de crear diferentes organismos o instituciones, o bien, hacer reflotar organizaciones sociales con diversos matices. Sin duda todas, con mayor o menor alcance, tienen un tinte político que es ese ingrediente el cual controla las maniobras en la conducción de las mismas.

Al regreso de la democracia en nuestro País existían diversos partidos políticos, los que por diferentes razones proliferaron descomunalmente dando lugar a una amplia propuesta electoral. Y fue así que surgieron partidos con mayor o menor gravitación que, lógicamente, al final del camino obtuvieron sus beneficios, por lo general de carácter económico, llámese cargos o influencias.

Esto llegó a tal punto que para las elecciones provinciales existía un abanico en algunos departamentos, con menos de 35.000 habitantes, de más de 15 candidatos.

Esto seguro que hace al desarrollo y crecimiento intelectual de los pueblos, pero trae aparejado un sinnúmero de situaciones incómodas para el ojo crítico de la ciudadanía.

Cuantas veces se escucha la trillada frase "siempre los mismos'', sea por su trayectoria o permanencia en instituciones. Generalmente, las comisiones se conforman con las mismas personas que son premiados con generosos cargos o en el peor de los casos los "eternos manipuladores'' colocan figuras desconocidas que luego causan un gran daño por desconocimiento de su labor o ser unos improvisados.

Hoy por hoy esto pasa en todas las instituciones debido a que en la mayoría de los casos las elecciones se pactan a puertas cerradas en su seno íntimo.

Quienes tienen en su poder la conducción o manejo de algún club, unión vecinal, ONG o partido político, debe tener presente que existen estatutos reglamentarios y deben respetarse porque de lo contrario la mayoría simpatizante al ver una y otra vez ese accionar comienza a molestarse y al no ser escuchado castiga con el arma más silenciosa y efectiva que es la total negativa e indiferencia.

Cuidemos la democracia, respetemos las instituciones.