Señor director:


Se ha desvirtuado la fuente genuina de crear empleo. El Estado, no supo guardar equilibrio entre su función social. Se convirtió en ente de contención, guardando "bajo sus alas" un porcentaje desmedido de población: tanto en planes como creando puestos públicos. Esto lo vivimos, por ejemplo, en nuestras calles. ¿Cuántas personas "tocando el silbato" nombraron en el municipio de la Capital? Esto acostumbró mal a los jóvenes, hoy sin capacidad de esfuerzo e ingenio para trabajar. Si ese caudal se destinara a fuentes productivas, no se viviría este presente. Lo que se ve , es un "castigo" a los empresarios industriales y agrarios. Se los asfixia con cargas impositivas y laborales, para de allí "mantener" una clase improductiva, exigente bajo la presión sindical, que para mantener su cúpula, disfraza como "defensa" actuar fomentando los paros, minando más aún el camino salvador que es el aumento de la producción en todos los órdenes. Claro, ello significa esfuerzo y trabajo, al que no están acostumbrados. Destaco el peligro que caen los políticos actuales: se inclinan más por accionar tras el voto, cambiando puestos públicos por voto (un populismo deficiente y perverso, además de confundir asistencialismo) llevando a la población a su propia ruina.


Nuestra Argentina necesita de mentes claras para lograr el equilibrio, y de brazos esforzados para hacerla crecer con la producción de sus riquezas, en todos los órdenes. Sólo se logra con capacidad, trabajo, y honestidad.