Señor director:
Con profunda tristeza he asistido a un hecho que me dejó atónito. Es que pude presenciar cómo en ocasiones se actúa irracional e impunemente, sin consultar a nadie. Experimenté estos sentimientos el jueves pasado cuando al llegar a mi casa observé que una cuadrilla de una empresa contratista, no sé bien si de la Municipalidad de la Capital o de alguna de las empresas que utilizan cableados para ofrecer servicios de energía, telefónico o cable, había hecho trabajos de poda y raleo de ramas en toda la zona.
Lo que en un principio me pareció bien, luego se convirtió en un hecho aberrante, al ver que con varios árboles habían provocado un desastre, en particular con un ejemplar de olivo que tengo en la puerta de mi casa junto a una morera.
El olivo fue creciendo al cuidado de todos nosotros y por consejos de un experto se nos dijo que lo siguiéramos manteniendo por un tiempo hasta ver qué destino se le podría dar, ya sea a ese ejemplar o la morera.
El asunto que los obreros de la cuadrilla no dieron ninguna oportunidad y se ensañaron con la pequeña planta mutilándola en forma despiadada.
Ahora no sabemos si se podrá salvar o si irremediablemente habrá que erradicar el tronco que ha quedado. Lo que duele, es que nadie se dignó a preguntar a los frentistas, en este caso nosotros, sobre el objetivo y destino de la planta y se la mutiló sin mayor contemplación.
