Domingo Faustino Sarmiento fundó el 24 de octubre de 1871 el primer observatorio astronómico argentino. Lo instaló en Córdoba y tenía por propósito elaborar un mapa con las estrellas que, brillando en el cielo continental, sirvieran de guía a los antiguos navegantes.

Tal vez los argentinos no caemos en cuenta de los gigantescos retrocesos que desde décadas vamos dando. En los albores de la patria, hubo cabezas, y corazones, iluminados, que imaginaron un gran destino para la joven nación. Abrieron su mente, miraron al mundo, y concluyeron que había que importar sus enseñanzas, sus investigaciones y también su gente. Lo que luego serían los inmigrantes que fueron el músculo que impulsó el desarrollo de nuestra patria. Con valentía, con inteligencia y con un gran sentido del progreso, el ecumenismo y la modernidad, se dieron a la tarea de poner en el mapa del mundo a la Argentina. Primero, debieron luchar aquí, con quienes no comulgaban con sus proyectos de inserción internacional, por miedo o aprehensión a todo lo que viniese de afuera. Sumidos en su breve cosmología, pensaron que abroquelándose dentro de nuestras fronteras, podían defenderse de esa nueva especie de "invasiones inglesas". Asumieron las banderas de un naciente nacionalismo y se refugiaron en ultra regionalismos que dieron luz a caudillismos, feudalismos provincianos, y otros ismos, que Sarmiento simplificó en la célebre dicotomía, "civilización y barbarie". Tras años de luchas fratricidas, finalmente los Sarmiento, Alberdi, Avellaneda, y otros grandes pensadores de comienzos de nuestra patria, pudieron plasmar aquellas ideas superadoras que pusieron a la Argentina entre las naciones más adelantadas del universo. Sus generosas tierras, sus fuerzas naturales, el empeño de sus habitantes y el brazo noble del inmigrante, fueron el bastión donde se basó su explosiva irrupción en el mundo de finales del siglo 19.


Nuestro comprovinciano, Domingo F. Sarmiento, observó que sin salida a los mares del mundo, que era el medio más eficaz de transporte en esos tiempos, era difícil dar aquellos primeros pasos de apertura. Descubrió que había un gran problema para permitir la navegación comercial en esta parte del mundo. No había una carta de navegación apta para que los buques internacionales vayan y vengan desde y hacia el puerto de Buenos Aires.


Entonces, el 24 de octubre de 1871 fundo el primer observatorio astronómico argentino. Lo instaló en Córdoba y tenía por propósito elaborar un mapa con las estrellas que, brillando en el cielo continental, sirvieran de guía a los antiguos navegantes.


Eso eran ideas. Eso era abrirnos al mundo e intercambiar riqueza. Humana y material. Por eso hoy, cuando vemos gobernantes que se cierran al comercio internacional, que por motivos ideológicos, en gran parte, o del miedo a competir, cercenan la posibilidad de integrarnos al universo, pienso que vamos retrocediendo.


El gesto adusto de Sarmiento parece interpelarnos desde el bronce. Ha pasado casi siglo y medio de aquella etapa brillante y hoy nos vemos cada vez más aislados de la sinfonía que el mundo está interpretando. Lejos de todo, cada vez nos cuesta más retener a nuestros hijos, que buscan en Ezeiza una salida para sus sueños. Todo al revés. De abuelos inmigrantes a nietos emigrantes. 

Por Orlando Navarro
Periodista