Ver fotos, desgranar recuerdos. Irnos juntos, de visita por el barrio que nos vio nacer y que cada uno, a su tiempo, dejó. Aquí me ha convocado otra vez la añoranza, esa rara melancolía, mezcla de aire antiguo y malvones, que me viene de lejos y me trae la zurda mágica del "Carozo" Mario Balmaceda. Nos atrapaba tras el alambrado. Y que nos sorprendió el sábado pasado con la noticia de su partida. Voy notando que las cosas se han ido, pero esperan agazapadas en el nido de la memoria, para echarse a volar en el momento menos esperado. ¿Cuándo fue que llegaste, "negrito" Balmaceda, por la esquina? Los que sabían de vos, de pibe, del recorrido que hiciste de purrete, ya conocían tus condiciones y llegar a la primera se daba por descontado. ¡Y cómo encajaste en aquellos equipos! Dice de vos otro mago de la zurda, como lo fue Alberto Dante Naveda, y que por venir de él, hace más significativo el contenido de sus palabras: "La resignación me dice que Dios se lo llevó para que dejara de sufrir, pero el dolor de no poder estar a su lado para compartir el final, no puedo superarlo. 'Carozo', crack. Tu filosofía del fútbol, con tu calidad para meter un caño, dibujar un sombrero, y esa alegría inconmensurable de disfrutar el juego. Siempre estarás aquí con nosotros". Qué bien dicho, que párrafos sentidos y futboleros. Fuimos compañeros en un trabajo en la Caja de Jubilaciones de la Provincia, y también en Ausonia, donde nos dimos el gusto de jugar con él. Y aprender. Antonio Giménez, amigo de ese grupo, lo despidió así. "Se fue al cielo a jugar unos partiditos. Deja tantas cosas, para mí en especial jugar con él en Ausonia. Exquisito jugador y persona. Primero era admirarlo, después si te gritaba '¡qué bien puesta!', a algún pase, era tocar el cielo con las manos. Verlo defender la pelota, sin que nadie se la quitara, era tan sublime como compartir un rato antes y después del partido. Hoy perdimos nosotros, ganó el cielo con un refuerzo tremendo. Chau, Carozo". ¡Cómo pasa el tiempo!, que después se convierte en años, pero el recuerdo queda detenido en el misterio de aquella época que, como vos, nos parece de leyenda. Juego con mi memoria, que puede fallar, y creo recordar que empezaste como "seis", como de volante por la izquierda, y al poco tiempo fuiste "insider" izquierdo, con la mítica número 10, que solo llevan los elegidos. Y fue donde sobresaliste. Más tarde me voy a ir para la cancha, sólo para ocupar un escalón de la tribuna y desde allí, solitario, tras el alambrado y con el césped verde-amarillo frente a mí, cerraré los ojos y te veré de nuevo, tejiendo gambetas con tus zapatos calce 45, "pisándola" y metiendo pases de gol, o metiendo un tiro libre, y abrazándote a la hinchada, donde tu viejo, gritaba alborozado, orgulloso de ese hijo que nos hacía saltar de alegría. Vete con Dios, querido "Carozo". Te vas, con la vieja bandera "bodeguera" colgando de tus hombros, cubierto de gloria.

Por Orlando Navarro 
Periodista