Señor director:


Los fines de semana aprovecho para hacer actividad física. Disfruto de la naturaleza, aire puro, sol sanjuanino y nuestros hermosos valles y cerros. Como todos los domingos, el día 5 de marzo salimos con mi esposo a caminar entre las montañas de Zonda, frente al autódromo. Allí se desarrollaba una competencia para la cual habían colocado cintas azules y rojas atadas en arbustos señalando el camino a seguir. Avanzamos un poco más y vimos un puesto de hidratación, como es lógico, ya que el calor era intenso y el desgaste de los competidores también.  


Todos se arrimaban al puesto y bebían su vaso de agua arrojándolo al suelo para continuar rápidamente la carrera. Hasta aquí, todo normal, ya que así suele hacerse en este tipo de actividades. Obviamente, al finalizar la carrera corresponde que quienes organizan el evento, levanten todo y dejen la montaña como si nada hubiera pasado allí. 


Al sábado siguiente salimos a disfrutar de la naturaleza como lo hacemos siempre pero, para nuestra sorpresa, nos encontramos con que los arbustos seguían con las tiras atadas (que se sumaban a otras de color naranja o bien cintas de peligro que quedaron allí puestas de competencias anteriores). La montaña estaba repleta de botellas de agua mineral, vasos y plásticos con que se envuelven los packs de botellas.  


A quienes organizan estas competencias que reúnen naturaleza y destreza, les pido que cuidemos nuestro medio ambiente y, al finalizar la carrera, procedan a retirar todo vestigio que quede en las montañas, de manera que no se altere el medio ambiente. 


El trekking es una hermosa actividad; pero debemos ser responsables y comprometidos con el cuidado del medio ambiente. Tomemos conciencia.