Señor director:


En esas noches en que me envuelve la nostalgia viene a mi mente aquellos años de mi docencia ejercida en dos zonas rurales. La docencia es un reto que ayuda a crecer y a enriquecerse del entorno: maestros y alumnos, ya que ambos son agentes educadores. Creo que siempre hay un intercambio: damos y recibimos. Maestros, con personalidades distintas y visibles virtudes éticas, morales y espirituales. Niños y adolescentes con esa riqueza innata que traen de sus hogares, especialmente la sencillez, el candor y el respeto. Recordar mis compañeras de aquel tiempo de docencia, me llena de orgullo. Esta vocación tiene una raíz que la nutre: el amor que fluye de Dios para amar a los niños. Atesoro muchos recuerdos tales como: reunir fondos de nuestro propio peculio para adquirir lo necesario a fin de que no les faltara la "copa de leche''. Quienes tenían movilidad llegaban a la escuela con algunos alumnos que encontraban en el camino. La visita a los hogares era infaltable ya que padres y maestros unidos fortalecen el proceso enseñanza - aprendizaje.


Gracias a todos los docentes que imitando a Jesús Maestro por excelencia sembraron la semilla del saber, de los valores morales y espirituales para el engrandecimiento de una Nación y para gloria de Dios.