Señor director:

La noticia corrió por todo el país. Un niño de 12 años de edad, Nicanor Quinteros, oriundo de Pocito, ayudando a otros chicos a repasar tareas de la escuela para darles una mano, en los conocimientos y así, que puedan progresar en los estudios. Todo con el fin de ayudar para lograr mejorar las calificaciones. Se trata de una actitud de amor, de solidaridad al prójimo y de un fuerte mensaje de valores morales para todos los adultos de nuestro país e incluso para su clase dirigente. En sus sueños de niño fundó su propia escuela, en el fondo de su casa. Para eso contó con la ayuda de su abuela. Ya todos conocen la historia. Sin embargo, toda esta situación deja mucho para reflexionar como también buscar el cambio de actitudes en nuestra sociedad: Desde quienes tienen cargos de poder hasta el más humilde de los ciudadanos. Una de esas lecturas es el amor a las personas que tiene este niño. Las ganas de ayudar. De hacer algo bueno y provechoso por los demás, para que entre todos puedan superarse y salir adelante. Más aún, si se trata de momentos de crisis que parecen interminables y que vivimos desde hace tantos años.

Es que a veces se aprende de los niños. Este es un ejemplo de ello. La solidaridad con el hermano, la idea de que entre todos los argentinos podamos sumar ideas y no destruir las del otro. Sumar esfuerzos para sacar del barro a nuestro país y darnos cuenta de que podemos crear una nación fundada en valores morales, justicia y unidad. El resto, lo que vemos y vivimos, son egoísmos personales y sectoriales que no nos dejan avanzar. Leamos bien, lo que los niños nos quieren decir. El de Nicanor, es un ejemplo concreto.

Ramón Ochova    DNI 16.931.748