Señor director:


El diálogo con el gobierno de Pekín persigue salvaguardar la comunión y la libertad de la Iglesia. Muestra que los católicos chinos pretenden ser plenamente católicos y chinos, en un clima alejado de permanentes conflictos con las autoridades.


El cardenal Secretario de Estado, Pietro Parolin, realizaba unas importantes declaraciones sobre el diálogo de la Santa Sede con China, iniciado en la década de 1980 y que ahora se intensifica. Con ellas pretende aclarar algunos malentendidos, como las supuestas diferencias entre el Papa y sus colaboradores, o que la Santa Sede se rinde ante las imposiciones de Pekín y olvida los sacrificios de los católicos chinos con tal de alcanzar un acuerdo. El diálogo abierto pretende encontrar un marco que permita a los católicos vivir su fe y proseguir la obra de evangelización en el contexto chino específico, con plena fidelidad a la genuina tradición de la Iglesia.