Señor director:

Deseo expresar esta reflexión sobre un tema que es común denominador de mucha gente. A esa gente le pregunto: ¿Está usted aburrido? ¿Se ha encontrado usted con un amigo o conocido aburrido? Yo sí.

A veces simplemente es un comentario que oyes por la calle, suficiente como para descubrir una persona atareada, con sus obligaciones normales, pero aburrida. A veces lo ves en un amigo que casi nunca sonríe. Sí, es posible que ría a carcajadas por un chiste, pero acto seguido vuelve a su cara de palo, a su aire de aburrimiento.

Una persona puede tener un dolor, físico o moral, pero no estar aburrido. Hay quien es más bien pesimista, pero no se aburre. Los más aburridos son los que se pasan el día viendo la tele y luego vienen los que están todo el día pegados al celular. Miren ustedes la cara del adicto al Whatsapp. La mayor de las veces es una persona sin alegría.

La desgracia más grande de nuestro tiempo es la cantidads de personas viejas, adultas de mediana edad, e incluso jóvenes, que no saben a dónde van. Ni idea. En muchos casos ni siquiera se lo han planteado. ¿Oye, a dónde vas? A la universidad. ¿y luego? A casa.

¿Y luego? Y vuelta a empezar. Pero no se han planteado nunca cuál es el sentido último de su existencia. Por eso la muerte les aterra y la muerte de alguien joven les horroriza.