Señor director: 


Mi madre todos los años hacía arrope. Pero nunca tuvo un grano de uva. Cerca de mi casa en General Acha al Norte, a más de una cuadra, existía la bodega "Romero", y en épocas de cosecha, muchos viñateros depositaban sus uvas en esta bodega. 


Recuerdo que se formaban largas filas con potentes camiones, bien grandes, los "Bedford", "Chevrolet", y otros más viejos, como algunos "Ford", llenos de uvas y envolviendo la carrocería con unas carpas, las cuales dejaban ver la carga que rebalsaba la capacidad del camión. Se trataba de uvas blancas, negras y muchas hojas. 


Mi madre, como otras mamás, aprovechando que estos camiones debían permanecer muchas horas esperando sus turnos para descargar, nos mandaba con unas ollas de aluminio. De esas grandes donde se hacía el chocolate para los cumpleaños. Entonces, nosotros las colocábamos debajo de los camiones, justo donde el jugo de la uva caía ya exprimido, por la carpa rota. Era un jugo espeso y muy dulce. 


Como éramos muchos hermanos, cada uno iba a un camión con una olla u otro recipiente. A medida que los camiones avanzaban, las ollas también y nosotros esperando que se llenaran. Los choferes nunca decían nada. Es más, nos ayudaban a poner la olla justo debajo del goteo y había que hacerlo rápido antes que fuera tapado por una hoja de cepa. No éramos los únicos, otros niños de la vecindad hacían lo mismo que nosotros. Una vez conté 20 camiones esperando su turno, una tarea que perdura hasta hoy. 


La cosecha no terminaba cuando el vendimiador descargaba de sus gemelas en los camiones o estos vehículos transportando la carga a la bodega. Quedaba el último eslabón: los niños juntando el jugo de la uva antes de que entrara a las piletas de la bodega para la elaboración del vino.  


Luego mi madre preparaba ese jugo de uva haciéndolo hervir poniéndole azúcar, unas ramitas de canela, y otra fruta. Ese oscuro y espeso jugo de color morado, se transformaba en un rico arrope, que nos los ponía en el arroz con leche de cada tarde y a veces en el "api" (postre a base de maíz blanco). Era una delicia. Reemplaza al azúcar y era mucho alimento, nos decía mi madre.