Por estos días el Senado de la Nación debate la Ley del Aborto.

Soy una ciudadana orgullosa de ser argentina. Pero muy dolida por la ley que se quiere aprobar sobre el aborto legal. Soy madre de siete hijos, abuela y bisabuela. Por lo tanto tengo autoridad para exponer mi opinión sobre esta ley que se terminará de tratar el próximo 29 de diciembre del presente año. 

En el transcurso de mi vida tuve dos abortos espontáneos, por lo tanto "abortos, no deseados”.

El primero de ellos dejó una herida dolorosa previa experiencia de la presencia de Dios. Cuando quedé embarazada, mi salud era precaria, y por esta razón se me aconsejó abortar; fue en ese momento cuando me sentí transportada ante el tribunal de Dios Padre, Dios Creador, dador de la vida. Un gran temor se apoderó de mí. No pensé que sería castigada por lo que iba hacer, sino porque ese temor me mostró la vida que iba a destruir. Esa vida era carne de mi carne, sangre de mi sangre y la de mi esposo, por lo tanto fruto de un mutuo amor.

Comencé acariciando mi vientre, para que esa vida que estaba creciendo sintiera que era amada. Con mi esposo nos fuimos a mi ginecólogo, el Dr. Ángel Schvartz, a quien le conté lo que me estaba pasando. Me indicó nuevos análisis, reposo, la medicación apropiada y sus palabras de aliento para seguir adelante. Destaco que este gran médico siempre estuvo a favor de la vida. 

Les recuerdo a los legisladores y a las mujeres de los pañuelos verdes que: "ustedes no fueron abortados. Se les dio la oportunidad de vivir”. Y ahora ¿quieren matar, asesinar un ser indefenso? La vida es sagrada, como sagrado es el amor, como sagrada es la sexualidad. 

Es oportuno citar algunas frases de la Madre Teresa de Calcuta sobre el aborto: "Cualquier país que acepta el aborto, no está enseñando a amarse los unos a los otros”. 

"Si aceptamos que una madre pueda matar a su propio hijo ¿cómo podremos decir a otros que no se maten? "La amenaza más grande que sufre la paz hoy en día es el aborto. 

Por Dora Z. López de Bustos
DNI 1.864.021