Señor director: 

En esta ocasión quiero compartir una anécdota transmitida verbalmente, en mis pagos de la Lonja Ribereña, en la Cuarta Región de Chile. Es que cuando la llamada "gatera” artesanal es asombro de agua viva. Allí posibilita escapada para el duende travieso en la leyenda del lugar. Cuando la narración oral no se detiene y pone punto final con un desenlace trágico. Donde la inventiva artesanal convence que la vida suele ser eterna.  

Los albañales, herencia de civilizaciones milenarias, es el paso de la acequia de la huertería por debajo de un deslinde común. Luce tal como una ventana a ras del suelo. Un orificio con no más de un metro de altura y otro tanto de ancho y largo. Por allí, el agua del regadío se escurre dejando, por encima, algunos centímetros para facilitar el paso de algo imprevisto. En el cuento de la infancia era una trampa. 

Ese duende diaguita aún goza de la inmortalidad, cuya tradición la fomenta el folclore.