Señor director:


La pintura iluminada por el genio incomparable de Rembrandt van Rijn (1606 - 1669) brilla desde hace cuatro siglos. Fue uno de los artistas más deslumbrantes del siglo XVII, maestro de la edad de oro de la pintura holandesa. Junto con Goya, Picasso y Durero, llegó a ser uno de los mejores grabadores de la historia del arte. Controlaba luces y sombras mediante variedad de tipos de líneas y mordeduras de ácido sucesivas, para alcanzar distintos niveles de profundidad en los grabados. Hizo de la experimentación su verdadero estilo. En sus obras resplandecía la luz y las sombras de la condición humana. Puso fulgor en las tinieblas, incorporó la claridad que se filtró entre líneas, destacando el haz luminoso dirigido hacia la escena. Su dominio de la luz lo convirtió en maestro de la pintura. En algunas obras logró transmitir sensaciones de movimiento.


Rembrandt quiso indagar de manera penetrante en los sentimientos humanos. Supo adecuar posturas, gestos y el lenguaje de las manos en sus expresivas composiciones. Consiguió penetrar en lo más recóndito del alma de sus personajes para reflejar dramas y sensaciones. Se destacó por la iridiscencia de los colores, la perfección del dibujo y la capacidad compositiva. Tratando de comprender la naturaleza humana, cultivó el retrato y la temática religiosa. Con estilo personal, conseguía en sus obras un aire dramático.


Expresó la vida y las vicisitudes de su época en torno a la ciencia, política y religión. Con resonancias afectivas documentó en los grabados las características del siglo en que le tocó vivir. Supo anticiparse a la modernidad con indiscutible maestría.


Las obras atemporales de Rembrandt, reconocidas a través de los siglos, son expuestas actualmente en el Museo "Lázaro Galdiano'', en la calle Serrano 122 de Madrid, hasta 3 de junio próximo.



Por Fanny Escolar de Siere     Profesora en Letras