Señor director: 


Expresar lo que significa un fin de año y la llegada de uno nuevo no es cosa fácil. Menos aún si se expresan desde los sentimientos. Si, fríamente miramos el almanaque y señalamos el día 31 de diciembre. Terminamos un año para comenzar otro. Son sólo horas, números y un almanaque que tiramos. 


La casa de los padres es la que se llena de fiesta y de familia. El menú se comparte. La cosa es estar libre para levantar la copa del brindis. 


Allí vienen los besos y es donde nos damos cuenta que el hermano de Buenos Aires está con nosotros, o que el "nuevo'' novio de Laurita, nos acompaña. La madre y a dos manos separa lo que cada uno trajo. Todo es rico. 


Eso sí, el clericó corre por cuenta de mamá. La "elegante'' de la familia dejará descolgar la comida comprada de una cara confitería, pues, siempre anda escasa de tiempo. El hermano mayor "el borrachón'', nos dará una clase de "cultura alcohólica''. Hijos, sobrinos, nietos, yernos, nueras y los padres, son los actores principales que la comedia de fin de año, para que cuando el año viejo baje el telón y se abra el nuevo año, nos encuentre a todos con la felicidad de saber que en familia, la felicidad es más completa.