Desde 1997 en adelante, se observa en San Juan un fuerte compromiso por defender a los animales. Esta conducta es un indicador de que nos estamos sensibilizando frente a ese maltrato tanto de la fauna urbana, como de los autóctonos o fauna silvestre. En este sentido, cada vez más niños, jóvenes y adultos, se identifican como: "protectores”. Todos los protectores trabajan a diario de manera continua y silenciosa, dedicando gran parte de su tiempo a esterilizar perras de la calle y su posterior reubicación. Alimentando, educando y pagando de su propio bolsillo las curaciones y tratamientos médicos de muchos animales en condición de calle. La Declaración Universal de los Derechos de los Animales (1978). El Art. 2: a) Todo animal tiene derecho al respeto. c) Todos los animales tienen derecho a la atención, a los cuidados y a la protección del hombre. El artículo 2 es claro y los protectores lo obedecen al pie de la letra en su trabajo diario.
Sin dudas el problema mayor en el espacio urbano, es el abandono de perros en la vía pública. Este cruel acto, se debe a la falta de conciencia por parte de los habitantes que reproducen animales de compañía en sus hogares y luego, éstos son abandonados, olvidándose por completo que los animales son "seres sensitivos”. Sienten el doloroso abandono. Es un problema social que rápidamente se ha expandido por toda nuestra geografía provincial. El envenenamiento de perros, el maltrato a los equinos (cabalgatas, carretelas y domas), en el espacio rural, el trampeo de aves, la caza de animales entre otros actos crueles.
Estos problemas tendrían una solución definitiva si nuestros dirigentes políticos se comprometieran de verdad con nuestros indefensos animales. Ellos deberían profundizar más en esta temática. Por ello sería muy oportuno que conocieran las leyes provinciales y nacionales para aplicar políticas que respeten y protejan la integridad de los animales. San Juan, se enorgullece de haber contado con dos fervientes defensores de los animales a nivel nacional como lo fue Domingo F. Sarmiento y el Dr. Ignacio L. Albarracín.
Por el Licenciado Iván Hidalgo
