Señor director:


Esperanza es la que triunfó en estas elecciones por salvar a nuestra Argentina. Esperanza de que no se vayan nuestros jóvenes, de corregir errores, como tener un monstruo de Estado improductivo, que no reconoce la división de funciones del poder. La independencia de las mismas. Donde debe primar su autonomía.


Hemos visto la falta de respeto a instituciones como el Congreso, en diferentes comunicaciones para promocionar candidatos o agresiones reñidas con la moral frente al mismo. Donde se confunde honores con actos populistas, sin decoro ni protección debida. Esperanza de retomar esa educación perdida.


Nosotros, los sanjuaninos que tenemos marcado a fuego, el orgullo de contar con nuestro prócer, Domingo Faustino Sarmiento, y de haber sido egresados de ese otro templo, nuestra querida Escuela Normal Mixta P. de Sarmiento, que contó con excelentes profesores, verdaderos ejemplos, hoy olvidados y donde podrían sacar modelo de capacidad y diligencia en la función pública.


O de nuestra Universidad, que fue distinguida por la calidad de sus egresados en el pasado. Hoy esperamos que se controle la calidad y didáctica de su cuerpo profesional, como la actualización del mismo (algunos quedados en el tiempo, por no esforzarse en progresar en sus conocimientos), o analizar el rendimiento de su alumnado. Esperanza de volver a fuentes de trabajo genuinas, no a planes, que mal acostumbraron al pueblo a la vagancia y lo denigraron con dádivas deshonestas.


Esperanza que nuestros adultos mayores sean atendidos en su salud debidamente. No como ese PAMI, con empresas subcontratadas, incontroladas, prestando un mal servicio que no es gratis. Y sobre todo, que se tenga conciencia que la política, no es la función para enriquecerse personalmente, sino, debe ser el servicio más honesto, que necesita de seres humanos con alto grado de sacrificio y capacidad para lograr el bien común. Por ello será de público conocimiento el patrimonio de cada funcionario: el antes y el después del nombramiento.


Sería muy extenso seguir expresando cuántas cosas para corregir de este presente. Sólo reconocer que quienes se jueguen a ser candidatos futuros, tienen un arduo camino de esfuerzo y sacrificio. Que Dios los ilumine y logren no defraudar nuestra esperanza de salvar nuestra Argentina.