Señor director:
Así como el agricultor debe "preparar la tierra” antes de sembrar en ella, nosotros debemos preparar nuestros corazones, nuestras almas y nuestros sentimientos para recibir al Señor como sólo Él lo merece. Para ello aconsejo ir a misa, confesarse y comulgar, porque al hacerlo recibimos nada más ni nada menos que el mismísimo "Cuerpo de Cristo” que se nos brinda en forma de hostia, pero es el mismo Jesús que está presente en cada Eucaristía. Así mismo también aconsejo que no beligeremos con nuestros semejantes ni discutamos por cosas superfluas. Vivamos en paz con nosotros mismos, porque esa paz nos transmite un "gozo interior” que nos ayuda a ver la bondad del Señor.
Algunos piensan que Dios creó el mundo y lo dejó abandonado a su suerte, pero en realidad no es
así ya que la barca del Señor navega siempre en dirección a nosotros, y es la propia Humanidad la
que se aleja de Él.
El regreso del Señor no es una utopía ni un imposible, al contrario, el mismo prometió que volvería, y tengo la certeza moral y el pleno convencimiento de que lo va a hacer, en cuanto abramos nuestros corazones para recibirlo con todo el amor que se merece.