En el corriente mes se cumplen 80 años de la trágica muerte de Félix Rocier Quiroz, popularmente conocido como "El Carrerito". Este aciago suceso generó un culto, el cual se enmarca dentro de la denominada religiosidad popular, entendida esta -en pocas palabras- "como más vivencial, que doctrinal''. El oratorio, que fue erigido en la década del 80, se sitúa en calle Saavedra y Salta, departamento de Chimbas. Recordando su historia, ese humilde muchacho había nacido en noviembre de 1921 -va a ser un siglo-. El acta de nacimiento reza que era hijo de doña Paz Quiroz, quien vivía en Trinidad, sobre la calle Cabot. Félix tuvo 5 hermanos, todos trabajan en lo que podían para ayudar a su madre, quien realizaba tareas domésticas. Este joven, de mediana estatura y rostro aindiado se dedicó a un oficio común en aquellos años: carrero. Con este medio de transporte se dedicó a "hacer changas''. Lo más común era transportar ripio para comercializarlo en la ciudad, o a veces por encargo. El derrotero para esta tarea era tomar la antigua calle Las Tapias para finalmente llegar al río. Aquel amanecer del 11 de febrero de 1941 se produjo el crimen. Félix detuvo su carro y descendió hacia un cañaveral por motivos biológicos. Mi padre me narró que el escuchó el estruendoso disparo provocado por una escopeta. Félix murió en el acto por obra de un vecino finquero de apellido Molina. Este lo había confundido con otro hombre, a quien había jurado venganza por robarle la uva. Fue un error fatal. Según los testimonios el primer vecino que llegó a socorrer al infortunado muchacho fue don Emilio Ramos. El Carrerito yacía en medio de un charco de sangre. Llegó la policía y ambulancia. Luego se confirmó en la autopsia -para corroborar lo del robo de uva., que Félix sólo había consumido una taza de café. El homicida se entregó. En el archivo del Poder Judicial de la provincia, se encuentra el expediente. Pude leerlo. Molina se contradijo. Mintió en sus declaraciones. Fue a la cárcel, pero no estuvo muchos años. Pasado el tiempo la madre y demás familiares construyeron una suerte de ermita (VER FOTO), que se multiplicaron. Los días lunes "días de las ánimas'' la gente asistía y asiste a encenderle una vela, rezar una plegaria o dejarle una flor. Años más tarde se constituyó la "Unión Promesantes, el Carrerito'' Aquellas rústicas ermitas o casuchas, fueron reemplazas por el actual oratorio. En su interior sobresale un retrato del rostro del infortunado Rocier.