Señor director: 


El pasado 31 de diciembre, último día de 2019, me puse a escribir lo siguiente: Cada fin de año nos ofrece la ocasión de hacer balance del tiempo transcurrido y plantear propósitos para el año que empieza. Para los cristianos es una buena oportunidad para pedir perdón por lo que hicimos mal a lo largo del año y dar gracias a Dios por todos los beneficios que recibimos. En este momento la Iglesia recuerda que somos peregrinos en esta tierra y que nuestra esperanza no está en conseguir más bienestar o más seguridad, sino en la plenitud de vida que hace posible Jesucristo. Esto no significa desentendimiento de lo que ocurre a nuestro alrededor, especialmente en el ámbito de la vida social y política. La propia fe es una invitación constante y perentoria a implicarse en la construcción de un mundo en el que prevalezca la paz, la verdad y la justicia como elementos primordiales para la convivencia fraterna.



Jesús Domínguez D.   DNI 7124659