La Feria de Fráncfort entró en lo que puede considerarse la recta final, en un día marcado por la política, por la visita de la Premio de la Paz de los Libreros Alemanes Tsitsi Dangaremba, y los debates sobre el fomento de la lectura y los efectos de la pandemia. El segundo tema también tiene una dimensión política ya que, como señaló la directora de la fundación alemana Lesen (Leer) Simone Ehmig, uno de los efectos del cierre de escuelas forzado por la pandemia es que el nivel de lectura de los niños ha bajado, especialmente en los sectores menos favorecidos. "Entre los niños en Alemania el nivel de lectura ha bajado, sobre todo entre aquellos que ya estaban en desventaja por venir de familias de ingresos bajos", dijo en una mesa redonda en el Foro de Educación. "La brecha entre la gente con un alto bagaje cultural y un bajo bagaje cultural ha crecido durante la pandemia", constató también el británico Marc Lambert, de Schottish Book Trust. Otro de los efectos de la pandemia que se ha visto en la Feria es que este año ha perdido parte de su dimensión internacional. Aunque las editoriales extranjeras han venido lo han hecho con menos gente y muestras más pequeñas, y hay además menos autores que otros años que abran miradas sobre otras partes del mundo. Por eso la presencia de la Premio de la Paz de este año, considerada como una las voces femeninas africanas más importantes a través del teatro, la narrativa, el cine y el activismo político en defensa de los derechos de las mujeres y en contra del racismo y la corrupción, es especialmente importante.


Dangaremba nació en Mutoko (Zimbabwe) en 1959 y se ha convertido en una de especie de símbolo de la defensa de los derechos humanos en África y una de las principales críticas a los rastros del colonialismo. El haber promovido una manifestación contra la corrupción le costó una breve estancia en la cárcel en 2020. En 2021 recibió el Premio PEN Prize así como el Premio PEN Internacional para la Libertad de Expresión.Por otra parte, dijo que la libertad de buscar suerte en otros países debería ser algo normal en una sociedad globalizada. "No es normal que no haya fronteras para mercancías y si las haya para seres humanos", afirmó.

Por Rodrigo Zuleta
Agencia EFE