Señor director:
El hombre con voluntad, en ocasiones puede llegar más lejos que el inteligente sin lo primero. De la inteligencia y la afectividad nacen dos tipos humanos contrapuestos: el racional y el afectivo. Pero si la razón y el amor son grandes argumentos en la vida, la voluntad es como un puente entre ambos que le da firmeza. El muy inteligente que no puso voluntad en objetivos previstos se dirige hacia un camino zigzagueante. Con una inteligencia media, pero con una voluntad férrea llega al destino trazado. Es importante hacer las cosas sabiendo que es una obligación. Llevar a cabo tareas que cuestan es tan beneficioso tanto para quien las recibe como para uno mismo. Así se consigue subir al vehículo de los propósitos, sean pequeñas o grandes acciones. Saber manejar los tiempos, el orden en las tareas, planificar, aceptar posibles contrariedades en el devenir diario; obrando de esta manera se adquiere fortaleza. Con estas actitudes inician su vuelo quienes con el tiempo llegan a ser dueños de sí mismos, difícil de ser derrumbados logrando la cima soñada. Obviamente no hay que dejar de lado factores de corrección. Tener en claro lo que se debe hacer y no caer en esa vertiente donde entra de lleno la debilidad humana. Es peligroso pretender buscar el éxito inmediato sino adquirirlo mediante pequeñas batallas que van fortaleciendo, de lo contrario se está desentrenado y se siente derrotado cuando no satisface lo que le pide el momento inmediato. Los perdedores y los triunfadores no se hacen con rapidez. Los primeros por años de dejadez, los segundos con empuje y desvelos. Por todo lo expuesto viene a cabo y es necesario destacar la importancia de la voluntad en los primeros diez años de la vida de un niño en la que no se le ha dado una disciplina referida a la voluntad. Todo le será más difícil aún en la vida cotidiana. Lo diario no es insignificante ni gratuito, en ello se encuentran vidas ejemplares, con determinación y coraje. Al no tener educada la voluntad hace lo que más le gusta o lo más fácil. Por ese camino se llega a la imagen del niño mimado, traído, llevado y tiranizado por lo que el cuerpo le pide en cada momento, incapaz de imponerse metas y objetivos concretos. Con el paso del tiempo esa voluntad escasamente formada dejará su rastro en los cuatro argumentos principales de la vida humana: su propia personalidad, el amor al prójimo, la vida profesional y la cultura.
Carlos R. Buscemi
Escritor
