El doctor Guillermo Sansó (izquierda), en Perú, junto al Dr. Diego Salinas.

¿Ves cómo es la vida? Mientras la tenemos, derrochamos a veces las horas, como si nuestro tiempo no tuviera fin. Y ahora debo lamentar, al menos en mi caso, no haber concretado aquella velada que pensamos tantas veces, con algunos amigos, vino, guitarra y tangos. Esta pandemia postergó esa noche tan esperada, Guillermo. De ahí la impotencia por haber dejado pasar la oportunidad. Pero esa experiencia presumo que es chiquita, frente a las cosas que concretaste a lo largo de tu vida. Tuve el tremendo gusto de disfrutar de una pequeña porción de ella. Cuando un 31 de octubre decidiste cerrar aquella canchita que tenías en tu finca "Los aromos”. Una nota periodística tituló, como un lamento, "Cerró una fábrica de amigos”. Qué acertada definición para ese lugar de apretada intimidad, donde recibías sábado a sábado tu enorme cúmulo de amigos, para darle a la redonda y al encuentro posterior, asado de por medio. Allá por el 93 nuestro común amigo Juan Villavicencio, de querida memoria, me invitó a que fuera a jugar allí. En la cancha estabas junto al doctor Juan Carlos Rojas, por entonces gobernador, el "Paquito” Ramirez, "Kiko” Ruiz, el "Mate” Quiroz, y otros jugadores que habían sido de primera, que ahora no recuerdo. Alguien me dijo que también iban el "Catinga” Fernández, el "Tortuga” Paz, Alberto Firmapaz, entre otros, que mezclaban su sabiduría futbolística con la de meros aficionados como éramos nosotros. Y esa mixtura la lograbas vos, con el enorme sentido de la amistad que tenías. Después, un día, hace algunos años, recibí una llamada tuya. Era para hacerme una aclaración sobre una nota de Gardel, que había escrito para DIARIO DE CUYO. Me dijiste que Gardel no salía del Armenonville, aquella noche del disparo, como escribí yo, sino que era al revés. "Había salido del Palais de Glace y se iba al Armenonville”, sostuviste con la convicción de un testigo fiel. Fue la noche en que el "Zorzal criollo” festejaba sus 25 años y se pasaba de un cabaret a otro, y por un "tema de polleras” recibió un tiro del mendocino Roberto Guevara, a la postre tío del "Che”. Por supuesto, no lo mató, y la bala estuvo por siempre alojada en el pulmón del cantor, pues no se la extrajeron. Hay varias otras historias sobre este episodio. En esa ocasión, querido Guillermo Sansó, me hablaste como un libro abierto de Gardel, e incluso me invitaste a escuchar su discografía, que la tenías completa. Así como a leer varios libros sobre él. Incluso supe por boca del doctor Diego Salinas, que fuiste con él y el doctor Simón Peña hasta Medellín, y colocaste una placa en la Avenida Gardel. Como se ve, eras un gardeliano de ley. De aquella y otras charlas, salió la idea de aquel encuentro tanguero que ya no será. Se te va a extrañar Guillermo. Es muy honda la huella dibujada a fuerza de tu amor por la amistad, como para que pase desapercibida tu ausencia. Te vas envuelto en tangos, en bohemia, noche y café. Como cuadra a un buen tanguero. Hombre cabal, amante de la familia, de lo nuestro, gran profesional de la visión. Será bajo otro alero donde alguna vez la daremos forma a esa noche soñada. Descansa en paz, amigo.

Por Orlando Navarro
Periodista